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miércoles, 30 de marzo de 2011

Poema a Mons. Romero. (Fátima Torres Alarcón)

La autora de las siguientes líneas es una de nuestras alumnas en el colegio Externado de San José, en El Salvador. Tiene 14 años y a su corta edad puede expresar muy maduramente lo que para ella significa La figura de Mons. Romero. Una vez más se comprueba aquella frase de Jesùs "que de los que son como niños, es el Reino de Dios"

Oscar Romero, El buen amigo.
Un hombre muy bueno desde niño,
compartió con la gente su cariño
llevando la verdad siempre consigo.

Se convirtió en la voz de su pueblo,
amaba la justicia y la verdad.
Sus ideales buscaban libertad,
pretendieron callar y matar su sueño.

Cuando el pastor grita todo tiembla,
cuando dice la verdad todos callan,
cuando suplica justicia no la halla...
Pero, cuánto cosecha el que con amor siembra.

Tuvimos en El Salvador vivo un santo,
al que no quieren canonizar...
¿Cómo la iglesia puede callar
la voz del profeta y no oír su canto?

El profeta sabía que le iban a matar,
de lo alto vino su fuerza.
Con profunda oración... vivió la cuesta
que le llevo a morir para dar.

Darse a sí mismo hasta vivir
una vida santa y pura.
Darse todo con locura,
locura de amar hasta morir.

Así era Oscar y su amor.
Hombre recto de profunda oración.
Quiero hoy entonarle mi canción
y decirle: sigues vivo en le dolor.

En el dolor que tú pueblo sintió
cuando aquella noche oscura,
ese día de marzo, cuan iglesia pura,
que terrible y triste lo que vivió.

¡Qué canalla el que te quitó
de este mundo la vida terrena!
El país entero sufrió de pena.
Pobre iluso... pensó que te mató.

Porque tú vives en tu gente.
Resucitaste en tu pueblo buen pastor.
Mi generación hoy te dice: Monseñor.
Que ilumines desde el cielo nuestro corazón.
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jueves, 24 de marzo de 2011

MONSEÑOR ROMERO, UN BUEN PASTOR (Francisco Castillo y Nahúm Ulín)


Un día de estos mi compañero Nahúm Ulin me propuso meditar la lectura de Ezequiel 34, y me dio una clave de interpretación, ¿se aplica las características que Ezequiel da al buen pastor en Monseñor Romero? Y, de está pregunta, nos propusimos hacer una pequeña reflexión aplicando dicha lectura a los pastores (obispos, sacerdotes, líderes religiosos) de la actualidad salvadoreña, este punto lo analizaría Nahúm Ulin; yo le aplicaría la lectura a la figura tan enigmática que ha sido y sigue siendo M. Oscar Arnulfo Romero.

Lo primero que deseo expresar es que me siento honrado el intentar dar una pequeña reflexión sobre una de las características más bellas que tuvo nuestro Obispo Mártir. Cabe destacar que ya otros (Sobrino, Ellacuría, etc.) han escrito sendos estudios sobre la temática que me interesa. Pero apelo a la necesidad que siento en mi interior de expresar lo que me causo la lectura de Ezequiel, teniendo como punto de reflexión a Oscar Romero.

Ezequiel como todos sabemos es uno de los Profetas más enigmáticos de la historia del pueblo de Israel. Y, en nuestra tradición cristiana es ubicado en el orden de los Profetas Mayores de Israel. No hay que ser experto en Antiguo Testamento para saber que dicho profeta de donde se inspira el libro que tenemos en la actualidad juega un papel fundamental en aquella bella e inspiradora corriente llamada “Profetismo de Israel”. Pues bien, Ezequiel capitulo 34 nos habla sobre una “Palabra” dicha a Ezequiel por parte de Yavé, Palabra que es dirigida a los pastores de Israel, ¡Ay de ustedes, pastores de Israel: pastores que solo se preocupan de ustedes mismos! …, y sigue la lectura. Invito a leer en este momento el capítulo 34 de Ezequiel, para no trasladar íntegramente el texto y así dedicarme a interpretar las características del buen pastor.

“Las características del Buen Pastor”

El Buen pastor se preocupa de su rebaño: Según Ezequiel, para Yavé, el buen pastor es aquel que se preocupa por sus ovejas. Qué significa en este contexto “preocupa”. Pues nada más que estar pendientes de que no le falte lo vital a las ovejas para que vivan dignamente. Les facilita la leche, las viste con la lana, les lleva a lugares fértiles para pastar, se interesa por las débiles y busca a las perdidas. En fin, preocuparse por las ovejas es velar por que no les falte nada para vivir.

El buen pastor es punto de convergencia y no de dispersión: En el verso 5 del capítulo en estudio, se nos dice que, por falta de un buen pastor, las ovejas se han descarriado y se han vuelto presa fácil de las fieras. El buen pastor no solo las llama al seguimiento fiel, sino, que se gana la simpatía de sus ovejas. Al ser bueno con ellas, estas le siguen pues saben que con él estarán más que seguras.

El buen pastor busca a la oveja perdida: Según Ezequiel, una de las características fundamentales para ser buen pastor es tener la capacidad de buscar a la oveja perdida, pues forma parte de su rebaño, y el rebaño no es digno si le falta una de las ovejas, especialmente la descarriada.

El buen pastor venda a las ovejas heridas y fortalece a las enfermas: el buen pastor busca en todo momento el bienestar de todo su rebaño, y tiene la delicadeza de cuidar a las ovejas que se han herido por el ir y venir. No puede descansar hasta que sus ovejas heridas están vendadas, tiene noches de desvelo por aquellas que están enfermas. Su felicidad es verlas a todas saltando de alegría en los pastizales.

El buen pastor apacenta a todas con justicia: el buen pastor, no concibe que una oveja este más gorda que otra, por lo tanto procura que todas tengan acceso en equidad a los pastizales, que él les facilita a todas. Y cuando hay una más gorda que otra, según el verso 16, las elimina.

“Monseñor Romero un Buen Pastor”

Ahora intentare aplicar las características que Ezequiel coloca al buen pastor, y las contrastaremos con Monseñor Romero.

Monseñor Romero el Obispo que se preocupo por todo el Pueblo Salvadoreño:

Cuando fue electo para ser Arzobispo de San Salvador, Monseñor Romero, no fue bien recibido por toda la feligresía del país, ya que fue electo para detener a una Iglesia que se veía cada vez más llamada a la opción por los pobres y a su liberación de la opresión de una minoría rica y privilegiada que seguramente fue la que pidió al Vaticano se eligiera a este hombre para que se mantuviera la relación Iglesia - poder.

Pero, “los designios de los hombres no son los designios de Dios”. El tiro les salió por la culata, Monseñor Romero ha sido el obispo que más se ha preocupado por el pueblo salvadoreño. Él no fue un jerarca alejado de los pobres, alejado de los marginados, alejado de la realidad social de un pueblo que urgía de un buen pastor. Monseñor Romero hizo un obispado al servicio de todo un pueblo. Él como todos sabemos se preocupo en serio porque la realidad salvadoreña cambiará para bien de todos, incluso de aquellos que lo odiaban. Monseñor Romero hizo que la Iglesia tomara en serio esa opción que Medellín describe textualmente como “opción por el pobre”, y esta opción significara para Monseñor Romero un punto de inflexión, donde por amor a Jesús y a los Pobres deberá optar ó, por los que defienden la vida, ó por aquellos que ven en la muerte, desaparición y tortura, la única opción.

Nadie puede refutar el hecho de que Monseñor Romero se ha preocupado por el pueblo salvadoreño, campesinos, analfabetos, niños, mujeres, sindicalistas, clandestinizados, militares, ministros, embajadores, presidentes, líderes políticos, etc. Siempre tenían tiempo en su agenda, aunque como todo un buen pastor, no podía tratar por igual a sus ovejas (gorda y flaca según Ezequiel) Monseñor Romero, siempre priorizo por los pobres, campesinos, a la gente humilde, pues, él sabia que ellos en realidad eran los que lo necesitaban. Esta parcialidad no se la enseño ninguna Ideología, sino el mismo Jesús de los Evangelios.

Monseñor Romero el Obispo donde convergieron la Iglesia Católica y el Pueblo pobre Salvadoreño:

Una de las frases que más me duele escuchar en algunos Salvadoreños, es que Monseñor Romero solo buscaba dividir al pueblo salvadoreño provocando la “lucha de clases”. Lo que muchos de estos no entienden es que el mismo evangelio lleva a la confrontación entre el bien y el mal. El mismo Jesús nos dice “he venido a traer fuego a la tierra y como quisiera que ya estuviera ardiendo” (LC 12, 49-53). La naturaleza del Reino de Dios según el P; Sobrino SJ, por su antítesis que es el Anti-reino, lleva a una confrontación, pero, en este punto quiero destacar que el mismo M. Romero nos aclara la naturaleza de esta problemática: “El conflicto no es entre la Iglesia y el gobierno, es entre el Gobierno y Pueblo… La Iglesia está con el Pueblo y el pueblo está con la Iglesia, ¡gracias a Dios!” (Homilía 21 de enero de 1979).

Lo que muchos no entienden desde planteamientos políticos e ideológicos, es que M. Romero sabe aclarar con la clarividencia que da el Espíritu de Dios. Romero sabia que el lugar de la Iglesia era la realidad de los pobres. Es mas de ellos es la Iglesia. Pero lo interesante de esto es ver cómo lo irreconciliable, lo sagrado y lo histórico, convergieron en una Iglesia Popular, donde Dios tiene algo que decir a esta realidad. Sí, la causa de los pobres convergió en la causa de la Iglesia, que no es otra que el reinado de un Dios justo. Por eso podemos decir que M. romero es un buen pastor, ya que en el convergieron todo un pueblo, con una Iglesia que soñaba con la verdadera libertad.

Monseñor Romero el Obispo que busco la conversión de una sociedad perdida:

Hay gente que hasta ahora, 31 años después del martirio de M. Romero, se han dado cuenta que el no hablaba de política, sino más bien el predicaba un evangelio que llamaba a la conversión en varios niveles: conversión de la realidad política, de la realidad económica, de la realidad social, pero también llamaba a la conversión personal, y él como un verdadero Obispo, no limito su llamado de conversión, sino más bien, fue como Jesús. Integral en su llamado a la conversión de todo un pueblo que estaba perdido. En varias de sus homilías queda claro sus llamados de conversión a la sociedad y a la persona. Cito una de sus homilías donde nos llama a todos a un verdadero encuentro con Jesús, “como quisiera hermanos, que el fruto de esta predicación fuera que cada uno de nosotros fuera a encontrarse con ese Dios” (Homilía 10 de febrero de 1980). Para M. Romero nadie se conoce en realidad si no se “ha encontrado con Dios” (Homilía 10 de febrero de 1980). Y eso nos muestra como M. Romero procuraba una verdadera liberación, donde Dios tiene lugar.

En el caso al llamado a la conversión de la sociedad salvadoreña, Romero procuro siempre que sus Homilías fueran llamados a la conversión. Para Romero, si la causa de liberación de los pobres no tiene su correlato con Dios, no se he de lograr una autentica liberación. Él mismo en su última homilía de la Catedral de San salvador, lo dijo: “En nombre de Dios les suplico, les ruego, les ordeno” (Homilía del 23 de marzo de 1980). Siempre procuro ser la voz de Dios que llama siempre a la verdadera conversión de un pueblo que necesita libertad.

Monseñor Romero el Obispo que sano las heridas de un Pueblo ensangrentado:

“A mí me toca ir recogiendo atropellos y cadáveres” (Homilía del 19 de junio de 1977). Así M. Romero describe textualmente su ministerio. El fue un Pastor dedicado a su rebaño. De él cuentan que ni tiempo para descansar tenía, que siempre lo buscaban las y los campesinos para pedirle ayuda, consuelo y fortaleza. ¡Qué gran talante de ser humano! para poder tener la capacidad de ir sanando a un pueblo que día a día era ensangrentado por la injusticia de la clase dominante. A él acudían miles en la semana para pedir ayuda, denunciar atropellos y represiones. A él acudían para pedir un poquito de esperanza.

M. Romero fue un verdadero patriota, un verdadero salvadoreño, porque amó, y sirvió al verdadero pueblo salvadoreño. El mismo reconoció en sus ovejas, “al Divino traspasado” (Homilía del 19 de junio de 1977) al cual le debe respeto, obediencia y amor. Qué Pastor, qué hombre más integro, que puso a Dios y a los Pobres por encima de todo.

Monseñor Romero el Obispo de la Justicia de Dios para los Pobres:

Dice Monseñor Casaldaliga: “Todo es relativo menos Dios y el Hambre”. De esto podemos decir que M. Romero tenía muy claro cuál era su misión: Ser el Pastor que procura la justicia para los que se les ha negado la oportunidad de vivir en dignidad.

Y es que M. Romero sabía que el sistema económico, político y social estaba viciado y amañado para beneficiar a los ricos y explotar a los pobres. El mismo lo dice “la ley es como la culebra, solo pica al que esta descalzo” (Homilía 20 de agosto de 1978). “En nuestro país hay un cable de alta tensión, quien lo toque se quema” (Homilía 12 de agosto de 1979). “Que satánico es nuestro sistema, que hace que pobres se maten con pobres” (Homilía 16 de abril de 1978). Pero M. Romero tenía claro que esos cambios, necesitaban de una organización político- social donde los pobres tuvieran un lugar y se les defendiera sus intereses.

Para M. Romero un cambio, un desarrollo que no beneficie a los Pobres no es desarrollo. “De que sirven grandes edificios, y carreteras lujosas, donde solo pasarán una minoría privilegiada… y no el pueblo pobre” (Homilía 15 de julio de 1979). Si el desarrollo y la justicia no son en beneficio del pobre, no hay en verdad progreso. Para él, el sistema económico que no busca el beneficio de los pobres es obsoleto y hay que cambiarlo. “Quítense los anillos señores de la oligarquía, antes que les arranquen la mano” (Homilía 13 de enero de 1980).

No me queda ninguna duda que M. Romero de lo anterior, había hecho toda una Espiritualidad. En él se cumple aquel texto del Evangelio de Mateo 6, 33: “Busca primero el reino de Dios y su justicia, y lo demás vendrá por añadidura”. Él sabía que la justicia de Dios es parcial y exclusivamente para los pobres. Pensar lo contrario, es estar en contra del mismo Dios que revela Jesús. “Bienaventurados ustedes los pobres, porque de ustedes es el reino de Dios” (LC 6, 20).

Ya para ir concluyendo, podemos seguir destacando todas las virtudes que M. romero tiene para afirmar que el es un buen Pastor, pero no quiero terminar sin destacar la cualidad fundamental para decir que M. Romero es buen pastor.

“El buen Pastor es el que da la vida por las Ovejas, (JN 10, 11) Monseñor Romero el Obispo que dio su vida por el pueblo salvadoreño”

El martirio de M. Romero es muestra de su gran corazón: Él estaba APASIONADO por Dios y los Pobres. No me queda ninguna duda que su corazón palpitaba por estas dos realidades. El no podía ser infiel al reino de Dios e infiel al pueblo. Pudiendo escapar, no lo hizo, y su ejemplo no es otro más que el de Jesús de Nazaret, al que de seguro encontró al final del camino. Solo Jesús es capaz de seducir de esta manera, y estoy plenamente convencido, como Salvadoreño, Teólogo y Católico que soy, que M. Romero ha sido el mejor regalo de Dios para nuestro pueblo y nuestra Iglesia Salvadoreña para recordarnos que Dios aun camina con nosotros.

Que viva M. Romero, su sangre nos recuerda quienes son los que de verdad aman a Jesús.
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miércoles, 2 de marzo de 2011

Pastoral Juvenil, el ser de sus agentes. (Vladimir Valladares)

a. ¿De qué estamos hablando?


Cuando hablamos de las cuestiones que implican una pastoral juvenil se vienen a la mente muchas cosas: procesos de crecimiento, itinerarios formativos, programas de liderazgo, acompañamiento etc... Pero también deben aparecer en ese horizonte aquellos que hacen posible la acción de la iglesia dirigida al mundo de los jóvenes y su juventud. Nos referimos a los agentes: El animador y el asesor juvenil.

Para una explicación bastante bien elaborada del ser y hacer de estos dos agentes remito a la lectura del libro “Civilización del amor”. En él podrá encontrarse una hermosa catequesis de estos servidores de la comunidad.

En estas líneas pretendo “decir algo” sobre estos agentes, mas no pretendo simplemente “decir algo más”. Quiero compartir lo que en una ocasión un grupo jóvenes líderes, animadores de grupos juveniles, decían de sí mismos y de lo que esperaban de sus Asesores (“Acompañante adulto” de ahora en adelante).

b. Una aclaración

Antes de transmitir -espero que fielmente- lo que aquellos chicos y chicas expresaban, es bueno hacer una breve aclaración. Cuando hablamos de pastoral, en su acepción general, debemos entender que estamos hablando del “hacer” de la iglesia. Pero no es un hacer cualquiera. Es una praxis que brota de un “ser” que le antecede. Podemos decir con toda propiedad que el “ser” precede, determina el “hacer”. Por lo tanto, no existe una pastoral neutra. Toda pastoral es intencionada, direccionada por la comprensión que la iglesia tenga de sí.

No es de extrañar que cuando los obispos del mundo, convocados por el Papa Juan XXII, se reúnen para celebrar el Concilio Vaticano II la primera pregunta que se hagan es “¿Iglesia quién eres?” y que como resultado de esta reflexión nazca la Constitución Dogmática Lumen Gentium, que no es más que la nueva eclesiología, la nueva concepción que la iglesia universal hace de sí: “somos pueblo de Dios, sacramento de salvación”. Ya no más “una iglesia civilización perfecta, jerarquizada y servida de la humanidad”. Tenemos así el resumen de ese documento.

Una vez la iglesia se ha definido viene la siguiente pregunta “¿Iglesia cuál es tu rol en el mundo?” De esta nueva reflexión y teniendo como parangón lo dicho en la Lumen Gentium se obtiene como resultado el quizás más hermoso documento del Concilio: su Constitución Pastoral “Gaudium et Spes”. Documento en el que se atreven a decir que “los gozos y las esperanzas, las alegrías y las angustias de los hombres son las mismas que de los hijos de la iglesia”. La iglesia comienza a comprender entonces que la única forma de ser verdadero pueblo de Dios y sacramento de la salvación es haciéndose “servidora de esa humanidad de la que no es ajena sino responsable y para la cual tiene una buena noticia”. Es decir: toda pastoral si quiere ser fiel en su actuar no debe olvidar quién y qué es.

c. El ser de los agentes

Volvamos entonces al tema que nos trae aquí. A los chicos y chicas de aquella reunión se les preguntaba: ¿Cómo se definirían así mismo y a sus acompañantes? (EL SER) Y ¿Cuáles deberían ser las tareas de ambos? (EL HACER). Me limitaré a enumerar lo que respondieron sólo a la primera pregunta, es decir: al ser de los agentes.

Sobre los animadores nos dicen:

Un animador de Pastoral juvenil es un joven responsable y organizado, interesado por su comunidad (miembros de su grupo). Es paciente, comprensivo, y con un profundo amor por Jesús.

De los Acompañantes nos dicen:

Un acompañante es: un adulto que es capaz de guiar no simplemente dirigir, ayuda al joven en su proceso de encuentro con Jesús. Sabe trabajar en equipo, escuchar, delegar y corregir, así como dar Valor a las ideas de los jóvenes.

Estas dos definiciones, no acabadas ni últimas, nos dan algunas luces para desprender, en reflexión ulterior, un adecuado hacer de los agentes. Veamos qué intuiciones podemos obtener de lo que jóvenes opinan.

Primero, el camino recorrido: del animador nos dicen que es un joven (iniciando un camino), del acompañante nos aclaran que es un adulto (un iniciado, alguien con cierta experiencia capaz de acompañar al nuevo caminante). El hecho de que comprendan el momento biológico como estado de madurez es muy iluminador.

Segundo, las características propias: ambos agentes poseen características particulares y propias que le dan la singularidad pertinente para realizar la tarea encomendada. Estas características bien comprendidas logran la complementariedad de los dos agentes. Logran la distribución de tareas en beneficio de la comunidad.

Tercero, el nivel del encuentro. Auque los dos siguen siendo discípulos y en constante encuentro con Jesús, del animador se dirá que posee un profundo amor por el Maestro de Galilea, amor que lo llevará a buscar las maneras pedagógicas y didácticas para colaborar a que sus pares, en el momento de reunión, también amen a Jesús. Y del Acompañante, se dice que tendrá que ayudar a los jóvenes en sus procesos personales de seguimiento. Itinerario personalizado que ya no se da en la dimensión grupal sino en la de la camino particular.

d. Concluyamos.

Creo que estamos en tiempos donde hay que devolverle la voz a los jóvenes con los que hacemos camino. Dejarnos interpelar por ellos, ser sensibles a “sus gritos” muchas veces angustiados, e interpretar los signos que nos dan en su forma de ser, de vestir de expresarse. Seamos junto con ellos iglesia, comunidad de hermanos.

En esta reflexión he querido ser fiel a esa convicción y compartir lo que ellos a su vez me compartieron.
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