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jueves, 4 de octubre de 2012

“La Sensibilidad como horizonte para un proyecto de vida”. (Nahúm Ulín)



En el presente texto, me voy a dedicar a reflexionar unos párrafos del libro “La Ética de Cristo”, concretamente el capítulo 7: “se me conmueven las entrañas al ver a esta gente” de nuestro querido Chema Castillo, teólogo brillante y sin censuras al hablar de temas necesarios como “el buen vivir” y el “vivir bien”. Propongo mostrar atención al tema del proyecto de vida, no sólo para ver el horizonte concreto que se nos depara, sino, para intuir el cómo se puede “hacer camino al andar” de una forma auténticamente humana. Dedico este sencillo texto a mis alumnos y alumnas de primero de bachillerato del Externado de San José, de la tierra de Oscar Romero, El Salvador.


Este ha sido mi  primer año como docente en bachillerato. Confieso que entré a esta nueva etapa profesional con un poco de miedo y preguntas, mas que otra cosa. Ha pasado el tiempo y, para mi sorpresa y alegría, ya casi llegamos al necesario fin de trabajo anual. Actualmente estoy trabajando el tema del “proyecto de vida” y he ido concretizando un par de intuiciones que he venido “digiriendo internamente”. Me he atrevido ha compartir lineamientos que direccionen hacia la construcción de un proyecto de vida “real y concreto”. Voy a nombrar esas ideas, tomando en cuenta que no están escritas en piedra:



1)     Un proyecto de vida real y objetivo, toma en cuenta dos realidades personales: la pasada y la actual. Como personas, no solamente somos una actualidad de experiencias. Bien diría J. P. Sartre: “el ser humano es lo que hace con lo que hicieron de el”. El pasado deja un sinnúmero de aprendizajes significativos. Estos aprendizajes nos regalan una forma de ver la vida, el mundo, a los demás, a mi mismo. Nos configuran la sensibilidad, a tal punto que reacciono, como he vivido. Al final, puedo lograr entender que soy una “historia de historias”.




2)     Sabiendo que soy un “camino hecho al andar”, y distinguiendo ese cúmulo de lastre y bonanza históricos, debo de cuestionar el estilo de vida actual que llevo. Para la cosmovisión “Jesuánica”, no sólo se trata de ver el daño que dejo de hacer. Yendo a profundidad, es denotar y afincar “el bien que dejo de practicar”: si soy insensible al dolor o me es indiferente y me vuelvo escandaloso “del mal del otro, dejando a un lado el bien que puedo hacerle”. Cuestionar, dudar e interpelarnos es avanzar hacia la “conciencia que despierta del letargo de la comodidad”.



3)     Como punto final de este proceso de conocimiento personal necesario y urgente, nos planteamos cómo podemos orientar un compromiso basado en cambios personales y comunitarios. Estos compromisos deben basarse en la realidad concreta que se está viviendo, no en ideales, utopías y sueños que solamente contribuyen a la alienación estéril. Estos compromisos no solamente se derivan en el bien de la sociedad, pues, ¿cómo dar lo que no se tiene? Es urgente entender que para humanizar al mundo, hay que humanizarse uno primero (o al menos, iniciar ese proceso).


Bien. Lo anterior fueron un par de clases en donde brinde, desde mi experiencia, la lectura del evangelio de Lucas y el libro la Ética de Cristo, intuiciones sobre cómo poder formular, al menos teóricamente, un breve proyecto de vida. También tomé como línea común de estudio el tema de la sensibilidad, profundizando en la experiencia de Jesús de Nazaret. ¿por qué utilicé esta singular palabra? Creo que los jóvenes de hoy están padeciendo de algo que se ha vuelto normal: la insensibilidad a los demás, ó, en muchos de los casos, se padece más de lo que se conoce como “sensacionalismo o sentimentalismo”. 

Una de las muchas respuestas que he “digerido”, es que todo eso parte de un contexto familiar y escolar, donde la tradición y normas vuelve al joven un buen cumplidor de leyes, desembocando esto en una sociedad incapaz de ver al otro como mi “próximo”. El problema, creo yo, no es la capacidad de no creer que tiene la juventud, sino, el desarrollo amplio que posee la deshumanización, a través de la insensibilidad. La experiencia con jóvenes me ha mostrado que es un error nombrar “buenas o malas” a situaciones humanas corregibles. Es mejor potenciar o motivar la sensibilidad hacia lo que vuelve mas humano. Así, creo yo, se entenderá que la insensibilidad es una etapa humana a superar.

Para concluir mi aporte sostengo firmemente que los seres humanos “somos totalmente educables”. Si la insensibilidad se nos potenció, modeló y enseñó en una buena parte de nuestra infancia y adolescencia, queda a nuestro libre albedrío continuarlo ó desaprenderlo. Jesús, un judío puro de su tiempo, es un claro caso de “desaprendizaje del deber que oprime (la ley mosaica) y aprendizaje de la sensibilidad que humaniza (la ley del amor)”. Queda en cada uno ser honesto y humano con la historia propia y la de los demás. Termino con esta frase llena de sabiduría, escrita por Chema Castillo: “Dios está donde se afirma el Otro”. Que la sensibilidad sea nuestra compañera de aquí en adelante…
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lunes, 1 de octubre de 2012

“La Misericordia que Reivindica la miseria humana” (Frank Castillo)


El presente artículo pretende hacer un diálogo con la Cristología de Juan Luis Segundo y su propuesta exegética, sobre el mensaje de Juan el Bautista y Jesús de Nazaret. Este artículo estará fundamentado en el capitulo # 1 titulado: “El profeta del Reino y su clave Política”[1].

Idea fundamental: La propuesta o mensaje de Jesús de Nazaret es una propuesta de Buena Noticia, de alegría, de vida, de justicia y de liberación para los pobres de Palestina del siglo I. Esta Buena Noticia  es contrastada con la idea de Juan el Bautista y su mensaje de la  Ira inminente, dos propuestas que nos muestran a un Dios Misericordioso y un  dios castigador.


Dividiré el artículo en tres partes: la primera, será una aclaración de conceptos e imágenes de Dios en la propuesta de Juan el Bautista y en la de Jesús de Nazaret; en la segunda, me adentraré en describir el tipo de esperanza que genera el mensaje de Jesús de Nazaret y su clave política; en la tercera,  la parcialidad y radicalidad en la Misericordia de Dios, un Dios misericordioso con  las víctimas.

1.     1.  Ya no es su ira, sino su Misericordia.

No se puede entender la propuesta y mensaje de Jesús de Nazaret, si no se toma en cuenta lo común y diferente que tiene este con Juan el Bautista. Los dos hablan de la inminencia de Dios, pero, para explicar las dos propuestas sobre el reino inminente, hay que hacer una debida y sencilla aclaración de conceptos. Iniciaré con Juan el Bautista y proseguiré con Jesús de Nazaret.

a)    a)  La ira inminente de Dios en Juan el Bautista.

Seguiré a  Juan Luis Segundo y su esquema representativo de la oferta de Juan Bautista. Para Segundo, hay que tomar en cuenta tres aspectos para comprender el mensaje del Bautista, estos son: el anuncio, la propuesta y el estilo de vida.

El anuncio: La inminente llegada del Juicio de Dios, llegada para enjuiciar a Israel y los que  se han apartado de Dios. La propuesta: Se trata de repartir lo que se tiene, de cobrar con exactitud, a no extorsionar, etc. “En otras palabras, el poco tiempo que resta,…obliga a ordenar la conducta reduciéndola a lo esencial y a lo más propio de la situación de cada uno”[2]. El estilo de vida: Juan tenía una coherencia de vida, vivía según hablaba. Juan el Bautista vestía y comía como alguien que vive en la soledad desamparada, donde el hombre tiene que recurrir a lo esencial para sobrevivir. “En otras palabras, decía con su estilo de vida lo que anunciaba y proponía con sus palabras”[3] De esta manera sintetiza Juan Luis Segundo la propuesta de Juan Bautista.

b)   b)   La buena noticia de Jesús de Nazaret.

Jesús, como Juan, predica el inminente fin, la parusía de Dios. Ambos son escatológicos, pero la diferencia se da en que, para Jesús, la llegada del “reinado de Dios es buena noticia”[4]. En Jesús, “el anuncio” toma un sentido de buena noticia, es positivo que Dios reine, ya que para Jesús es motivo de alegría, el hecho de que Dios reine. Implica un reordenamiento y trasformación de la realidad y de la vida de las personas. Pero,  el reinado de Dios en el mensaje de Jesús es parcial para con el pobre. Según las bienaventuranzas, la buena noticia es para los pobres. Para Juan Luis Segundo esta opción no es “por  ninguna virtud o mérito, es una “PRIORIDAD POLÍTICA”[5], ya que, Dios, al ver la condición inhumana hace que el sacarlos de la pobreza, sea una prioridad del gobierno de Dios. Pero, al ser una opción política, significa que se excluirá a alguien del gobierno de Dios: los ricos se verán amenazados si Dios Gobierna. “La propuesta” para Jesús, el reino se debe de buscar y su consecuente justicia. El Reinado de Dios viene a imponer un estado de derecho y de justicia, donde los pobres tendrán su lugar. La propuesta de Jesús implica una verdadera Metanoia: cambiar de vida, llevar una vida en alegría y fiesta, ya que el Dios que viene es buena noticia. “El estilo de Vida” Jesús vivía lo que predicaba al igual que Juan el bautista, pero no llevaba una vida ascética, sino de fiesta, de compartir, de celebrar. Si la llegada de Dios es buena noticia, significa que hay que celebrar y esperar su llegada. Pero implica también una opción de vida clara en la defensa de la vida y dignidad de los pobres.  Podemos resumir el mensaje de Jesús en esta frase: “El reinado de Dios es buena noticia para los pobres, y el Dios que viene es un Dios MISERICORDIOSO, que viene en defensa de los suyos”.

2.     2.  Una Esperanza que incomoda.

Luego de aclarar las dos propuestas, tanto de Juan el Bautista y de Jesús de Nazaret, puedo decir una palabra sobre la propuesta de Jesús y la sintetizo en la frase: “Esperanza que incomoda”. La propuesta de Jesús es esperanza para los pobres porque: genera vida, confirma su dignidad y lucha por su lugar en la sociedad. La propuesta de Jesús al ser de carácter político-religioso, procura tener una alternativa más integral y más real que las propuestas de sus detractores. “Que Dios reine”, no sólo es buena noticia sino también una necesidad. Y es por eso que Jesús se moviliza en hacer de los pobres y excluidos participes del cambio que se avecina. ¿Cuánta alegría y esperanza habrá despertado aquel mensaje en los pobres de Palestina?, saber que Dios viene y viene en su defensa.

Esa esperanza no es en ningún momento pasiva, ya que el llamado de Jesús a “dejarlo todo por el reino… no tendría sentido si ese reino fuese completamente indiferente a lo que el hombre hace por él, por su llegada”[6] El reino no solo es iniciativa y trabajo de Dios, sino también tarea y compromiso de los hombres y mujeres encarnados en la historia. Dicha tarea y compromiso implica en el ser humano una renuncia a ese estilo de vida generador de muerte, de exclusión y de opresión.

Pero ¿por qué es incomodo un Dios así? Pues, es obvio que el hecho de la parcialidad de Dios por los pobres y su consecuente exclusión de los ricos, conlleva a una pugna y lucha. “No penséis que he venido a traer paz a la tierra, sino la espada” (Mt 10, 34-36) decía Jesús. La llegada del reino, predicado por Jesús, significaba una amenaza para los ricos de su tiempo.  Para Juan Luis segundo “la opción por los pobres o la oposición al Reino harán discordes y enemigos a amigos y parientes, a justos y pecadores, indistintamente”[7]. La Buena Noticia del Reino es  esperanza para los pobres, es incomodidad y mala noticia para los ricos. El tiempo se cumplió y Jesús hizo todo lo humanamente posible por estar listos al Dios y Reinado que llegaba.

3.    3.   Misericordia para las víctimas. (Intento de aplicación de la propuesta cristológica de Juan Luis Segundo)
“Esa esperanza que incomoda, debe de pasar por el filtro de las víctima. Si la esperanza no se resume en justicia y amor reivindicativo estaremos haciendo falacia y buleria”.

Con esta frase quiero resumir la idea fundamental de este último punto en mi artículo-comentario sobre la cristología de Juan Luis Segundo y su aplicación en nuestra actualidad.
Para  darme a entender con el tema de misericordia, debemos de tener en cuenta dos palabras que la fundamentan: la justicia y el amor reivindicativo.

·        La Justicia: no puede haber misericordia, si no hay justicia. La propuesta de Jesús y el Reinado que defendía tenían un “caris político” que puedo resumir en: Justicia para los pobres. Se trata de devolver lo expoliado, lo robado, lo usurpado, lo “legalmente cobrado”, se trata de “hacer nuevas las cosas viejas”. Justicia, en el leguaje de Jesús, es la total reivindicación y dignificación de los pobres. Si la justicia no es vivida y practicada, el reino no es viable.

·        Amor Reivindicativo: No se puede amar lo que no se conoce, lo que no se experimenta, lo que no se acepta. Jesús de Nazaret, al ser un pobre más en la Palestina del siglo I (aunque Juan Luis Segundo piense que Jesús no era pobre), supo vivir y palpar la realidad inhumana que vivían sus familiares y sus compatriotas, Jesús tuvo un contacto real con la marginación y explotación de su pueblo. Jesús defendió a los pobres por que era uno de ellos. Ese amor de Jesús no solo es sentimiento, sino que es “PASIÓN-MISERICORDIA”. “Se le conmueven las entrañas” (MC 8, 2) al  ver el sufrimiento de su pueblo. Y dicho amor lo lleva un compromiso real en la defensa de los de su clase, el amor de Jesús por los pobres lo lleva al “enfrentamiento” con los opresores. Su amor busca la reivindicación de los suyos, devolviendo la dignidad, el valor de su vida.

Justicia y Amor reivindicativo, son dos condiciones fundamentales para que la Misericordia sea realidad. No se puede pensar un proyecto, ya sea político, religioso, económico, social, etc., que pretenda liberar a los pobres, sino esta fundamentado en estas dos palabras.
La misericordia reivindicativa tiene, en Jesús de Nazaret y su propuesta del Reinado de Dios, la teoría y praxis unificada.

Pero, para que cualquier propuesta de cambio que se nos plantee en cualquiera de las esferas configuradoras de la vida y realidad humana (economía, política, cultura, religión, etc.) sea en realidad una propuesta de cambio, debe de llevar esa MISERICORDIA REIVINDICATIVA, para los pobres y víctimas. No podemos pensar el futuro si las víctimas no tienen lugar y sentido en ese mañana. Ese es uno de los problemas fundamentales de nuestros días: hacer historia sin las víctimas.

¿Qué clase de sociedad  se crea al ignorar a las víctimas? Pienso que, la clave cristológica que Juan Luis Segundo nos plantea, nos ayuda a repensar y criticar a toda propuesta que busque crear futuro y sociedad. Me tomo la libertad de tomar una cita larga, pero, que sustenta lo que deseo decir: “Jesús no sólo anuncia que la fuerza de Dios va a introducir en Israel un nuevo gobierno y a crear en él una nueva sociedad. Jesús prepara ese gobierno. No precisamente organizando medios para hacerse con el poder, sino trasformando las conciencias – especialmente las de los pobres- para ponerse de acuerdo con esos cambios inevitables. Y esto es política, esto es, una ideología política, porque constituye un sistema de eficacia puesto al servicio de un plan para reestructurar de nuevo la sociedad de Israel de acuerdo con la escala de valores que Jesús atribuye al corazón de Dios”[8]

Se trata de crear, junto con las víctimas y los pobres de la historia, los cambios necesarios y urgentes que la realidad de injusticia y de pobreza nos plantea. En Ignacio Ellacuría se resume en “hacerse cargo de la realidad”, pero no cualquier realidad, sino  “lo real de la realidad” o sea el mundo de los pobres. Si no caminamos, vivimos y soñamos una humanidad nueva, la historia y el mañana será cualquier cosa, menos la realidad de Dios y su reinado.



[1] Capitulo que forma parte del libro: La historia perdida y recuperada de Jesús de Nazaret, Juan Luis Segundo, Sal Terrae. 1990.
[2] Idem. Pág. 151
[3] Idem. Pág. 152.
[4] Idem. PP. 153 – 157.
[5] Idem. Pág. 158.
[6] Idem. Pág. 167.
[7] Idem. Pág. 170.
[8] Idem. Pág. 185.

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