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miércoles, 24 de diciembre de 2014

Regreso de una esperanza endeudada (Nahúm Ulín)




Volverás a nacer en medio de nuestras quimeras.
Volverás a surgir desde nuestros desiertos.
Y no te cansas de regresar del averno existencial, desde el olvido.
Tu regreso sabe a esperanza,
tu venida sabe a banquete prohibido:
convidas al que no vive, al abatido.
Caerán las barreras que nos crean divisiones,
se levantaran puentes convidando a la unicidad,
la justicia y la paz se besaran,
pues, has nacido: LO HE COMPRENDIDO.
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domingo, 7 de diciembre de 2014

La necesaria unidad en la Iglesia (Nahúm Ulín)

Una historia pendiente, pero en construcción.



Ante la acuciosa realidad de la diversidad religiosa, la pluralidad de manifestaciones cristianas, mundialmente hablando, el decreto “Unitatis Redintegratio”, menciona y desglosa, en el capítulo I, sobre la imperiosa necesidad de la unidad y unicidad de la Iglesia. Toma como base el ejemplo del texto joánico donde se coloca a Jesús mencionando estas conmovedoras palabras: “Que todos sean uno, como Tú, Padre, estás en mí y yo en ti, para que también ellos sean en nosotros, y el mundo crea que Tú me has enviado”. Según este texto, las diferencias, los conflictos y disparidades eclesiales no deberían ser motivo de desunión y disgregación. 

Lastimosamente nuestro mundo, configurado con el pensamiento occidental que uniformiza las creencias y las decisiones, nos ha hecho potenciar las barreras y derrumbar los puentes. La Iglesia Católica, tras un largo recorrido de reflexión de su praxis interna, pastoralmente hablando, en Concilio Vaticano II da un salto de inclusión y aceptación hacia el fenómeno ecuménico: la apuesta por encontrar causas comunes que lleven a cumplimiento de objetivos mayores. Esta reflexión ha sido difícil, pues, ha tenido que ir deconstruyendo toda esa armazón rústica y oxidada llamada “tradición apostólica”. 

Un ejemplo de este lento proceso de cambio eclesial es el texto Unitatis Redintegratio, Roma 16 de noviembre de 1964, que hace ver a la Iglesia Católica Romana, en pleno siglo XX, como portadora única de los bienes de la Nueva Alianza, encargada a un solo Colegio Apostólico. Esta visión heterónoma de la coyuntura religiosa da a entender que la palabra unión y unicidad es un largo proceso por recorrer y construir. Es de reconocer que la Iglesia Católica, de a poco, ha dejado de ser la inmisericorde madre que juzga, pasando a ser el amigo que acompaña los procesos libres de los creyentes, como no creyentes. 

Ahora, en pleno siglo XXI, con la audaz praxis pastoral que el Papa Francisco está motivando e impulsando en el mundo, podemos observar que la Iglesia y su dinámica han ido cambiando, aunque falte mucho por llegar a la cima del equilibrio. El texto también hace ver que la Iglesia Católica se auto denomina “la que posee la verdad revelada por Dios”. Se percibe en el texto que el centro o destinatario es el creyente católico, teniendo así tareas misioneras como: orar y hablar de Dios y de la Iglesia a los que no son católicos. Se hace un especial hincapié en la mención del bautismo como factor unificador entre los cristianos. 

Considero que con este texto, la Iglesia abre brecha esperanzadora sobre cómo disponerse a trabajar las diferencias con las demás denominaciones cristianas. Un esfuerzo para disponerse a aprender de los demás. Con respecto al capítulo II, el texto desarrolla varios puntos a tomar en cuenta para desarrollar un ejercicio responsable del ecumenismo: entender que la unión afecta a todos, especialmente a los que practican el cristianismo hegemónico; el hecho necesario de una reforma eclesial como personal (conversión); la práctica de una oración no - unísona e inclusiva; el conocimiento mutuo de la realidad de los y las demás; realizar y vivenciar una formación ecuménica responsable, expresar y explicitar los insumos de la fe de manera respetuosa y cooperar con las necesidades de los y las demás. 

Considero que este texto da una intuición muy válida, actual y es que entiende el quehacer ecuménico, no como una simple praxis pacifista (falso irenismo) que deja pasar todo evento religioso, sin criticidad e insumos analíticos. No. La praxis ecuménica ha de perfilarse como el permanente diálogo entre confesiones cristianas, evitando la anulación de una contra otra (violencia religiosa) y la apreciación de los aportes de las diferencias del otro, pero, más aún, de los diversos puntos en común. Una llamada a la unidad en la diversidad, para que el cuerpo funcione óptimamente, es el llamado del ecumenismo, llamada que busca deconstruir lo heterónomo, buscando una praxis teónoma conjunta.
  

Llamada a la unidad, ante una creación dividida:

Desafío conjunto para las iglesias 


El texto “Declaración sobre la Unidad” del Consejo Mundial de las Iglesias trabaja, de manera más conjunta e incluyente, el desafío de la unidad. El lenguaje plasmado y desarrollado en el texto es muy inclusivo, realista y esperanzador. Menciona varias veces la palabra “Iglesias” dando una pista de cómo se puede entender el quehacer eclesial para nuestros días, quehacer eclesial visto como cuerpo, no como miembro; visto como equipo, no como individuo; entendido como familia, no como subgrupo. Hace una llamada explícita al trabajo, como Iglesias, por la unidad de la creación. También, lamenta que la palabra diversidad, en muchas de las experiencias eclesiales, simbolice división, marginación y exclusión. Se hace una dura mención que este fenómeno, el de la no aceptación de las diferencias de los demás, ha logrado una dolorosa pérdida en el hecho de no reunir a todos y todas en una misma mesa eucarística, pues, los factores que dividen siguen latiendo como siempre, lastimosamente.

Es interesante observar que este texto es más crítico – constructivo que el anterior, pues, toma conciencia del camino por recorrer, aunque ve realistamente los pasos dados, los procesos caminados, los puntos avanzados. Lo anterior lo menciona, con cierto sentido de “mea culpa”, en los puntos 4 y 5. Considero que esto es ejercicio sano y necesario de auto – evaluación, pues, de alguna u otra manera debemos detenernos para verificar cómo va nuestro andar y si es según a la voluntad de Dios. Se menciona un dato significativo donde la palabra herejía puede entenderse como división, no solo en las certidumbres dogmáticas, legales, espirituales y eclesiales de cada Iglesia, sino, y viendo la necesidad de un diálogo más conciliador que vincule hacia objetivos comunes. No es de sorprender que el encontrar la unidad, cobra un cierto precio de deconstrucción de costumbrismos religiosos. Es por ello que esta declaración propone volver la vista al Dios de la vida que convoca a una mesa común, mesa compartida, donde cada uno tiene un puesto y un quehacer.

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domingo, 23 de noviembre de 2014

¿Dónde están los que te acusan? (Frank Castillo)


“Ensayo-comentario del texto del Evangelio de Juan 7, 53 – 8,11”

Este ensayo tiene como objetivo, aplicar en grandes rasgos los criterios o pasos que propone la hermenéutica feminista. El ensayo estará dividido en tres grandes partes, la primera, presentará la actualidad y las implicaciones que tiene la realidad del adulterio. En la segunda, un pequeño estudio exegético del texto de Jn 7, 53 -8, 11. Y en la tercera, la más importante de este ensayo, se esbozara una pequeña interpretación desde la hermenéutica feminista del texto en estudio.

 1. Contexto actual de la palabra “Adulterio”. 



Si observamos con ojos y mirada crítica la realidad (globalización neoliberal, postmodernista, homo economicus, aldea global, sociedad de mercado, etc.) se observa que algo no está funcionando bien, y parece que asistimos a un colapso de civilización. Pero si somos más agudos en la mirada, observaremos que a pesar de vivir en la “sociedad y civilización moderna” aún existen demasiados resabios, ideas, cosmovisiones y prácticas que obedecen a un mundo o civilización de barbaros o animales. Si observamos por ejemplo el rol, papel y la importancia que se le da a la/as mujeres en nuestra sociedad, se llegará a la terrible conclusión que aun vivimos y estamos en la precaria sociedad patriarcalista, marcada por un androcentrismo enfermizo y hasta inhumano.

Esta sociedad patriarcal en la que nos movemos, a la hora de juzgar y de emitir parámetros y normas de convivencia, está claramente pensada y acoplada para que los hombres queden y la pasen bien en detrimento de las mujeres. Si uno estudia un tema en concreto, como es el caso de este ensayo sobre la realidad del “Adulterio” uno vera que muchas veces los juicios y las valoraciones que se hacen sobre este, están marcados y atravesados para el beneficio de los hombres en claro deterioro de las mujeres.

Si buscamos por ejemplo, la definición que se da a la palabra Adulterio se dice de este que es: “ayuntamiento carnal voluntario entre persona casada y otra de distinto sexo que no sea su cónyuge”[1] si partimos de esta definición, se observa que a dicha realidad se le ve como fraude, falsificación y mentira de la realidad conyugal. Esto visto a primera vista no parece negativo. Pero muchas veces cuando la sociedad le toca emitir juicios sobre un caso de adulterio en concreto, se comprueba que dicha realidad cuando es juzgada desde culturas, sociedades y cosmovisiones patriarcales, siempre el delito y lo peor caerá sobre la mujer.

Para nadie es ajeno que en occidente, especialmente en los países latinoamericanos, se dice que: “un hombre con muchas mujeres es macho y una mujer con muchos hombres es puta” esta expresión tan burda y obscena, solamente manifiesta el androcentrismo enfermizo que adolecen nuestros pueblos. Si aplicamos dicha frase, a la realidad del adulterio, observaremos y descubriremos el centro de la problemática: cuando se descubre un caso de adulterio siempre o casi siempre son las mujeres las que se llevan la peor consecuencia. Es difícil encontrar informaciones, o noticias donde en un caso de adulterio es enjuiciado el hombre, y casi siempre son las mujeres las únicas que les cae el peso de la ley. Por ejemplo en los pueblos con religión y cultura “Islámicos”, en ellos el adulterio aun es castigado con apedreamiento hacia la mujer, el hombre es tratado con más delicadeza. “Amina fue sacada por la fuerza de la casa de sus padres por parte de autoridades locales (Distrito de Argo, capital provincial de Badajshan) y de su marido, que la apedreó hasta la muerte mientras el hombre fue azotado cien veces y luego puesto en libertad”[2] Esto que pasa en nuestra realidad de aldea global, no tiene nombre. Ante esta injusticia es urgente y necesario ver con una nueva mirada, un nuevo paradigma, en este caso la de las mujeres, la del feminismo para poder emitir un juicio de valor más objetivo sobre el tema y la realidad del adulterio.

Aquí surgen un par de preguntas: ¿Qué nos puede decir los textos bíblicos sobre esta situación (del adulterio)? ¿Qué dijo o experimento Jesús sobre este tema? Estas preguntas guiarán el siguiente apartado.

2. Estudio e interpretación exegética del texto bíblico de Juan 7, 53 – 8, 11.


Ahora, toca ver desde la tradición cristiana, y en concreto desde la experiencia que narra el evangelio de Juan, sobre un hecho de adulterio que fue enjuiciado por Jesús de Nazaret. El texto dice así: “7,53. Y se volvieron cada uno a su casa. 8,1. Mas Jesús se fue al monte de los Olivos. 2. Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles. 3. Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio 4. y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. 5. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?» 6. Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. 7. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.» 8. E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. 9. Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. 10. Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?»11. Ella respondió: «Nadie, Señor.» Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más.»[3]  Este texto admirable no es Joanico, sino más bien Lucano. “Por su estilo y por su contenido, este texto está emparentado con los relatos sinópticos, particularmente de Lucas…Según numerosos exegetas, el núcleo del episodio es o podría ser histórico”[4] esta afirmación de la historicidad del texto de la adultera, se basa en la importancia y la doctrina que giraba en torno al tema del adulterio en tiempos de Jesús. “Ya que la pena que había que aplicar en caso de adulterio era una cuestión controvertida en el judaísmo del siglo I y la actitud de Jesús está de acuerdo con la presentación de los evangelios sinópticos”[5]. Aunque al ser un texto tardío, muchos dudan de su canonicidad.
Pero “a partir del siglo IV, su canonicidad es defendida por algunos padres latinos, la primera mención sobre él se encuentra en la Didaskalia”[6] en este caso también Cristina Conti, comparte dicha visión con L. X Dufour. Ella dice, “la perícopa de la adultera falta en los manuscritos más antiguos e importantes: no se encuentra en ninguno de los papiros, ni en los códices principales….Pero es en la Didascalia Apostolorum donde se da la primera mención sobre el hecho de la perícopa de la adultera”[7]. Al final el objetivo fundamental del texto (ubicado en la didascalia) busca ser una exhortación a la clemencia con los pecadores.
Es patente que en el fondo del texto sea histórico o añadido, existe una problemática en torno al tema del adulterio, realidad que habría sido vivida y  juzgada en la iglesia primitiva. “El argumento del perdón a una adúltera debía resultar incómodo en la iglesia primitiva, con su estricta disciplina penitencial”[8] esta incomodidad que generaba el adulterio en la praxis de la iglesia primitiva giraba en torno a la concepción y reprobación que tenía (el adulterio) en el Judaísmo, del cual el cristianismo es hijo. “Todos están de acuerdo en pensar que su contenido causaba dificultades a la iglesia primitiva, ya que el adulterio, reprobado en Israel, contaba entre los pecados que se juzgaban incompatibles con la condición de bautizados, y que causaban la exclusión de la comunidad, si no de la misericordia de Dios”[9]. Recordemos que en una sociedad machista como la judía, donde lo sexual está marcado por la negatividad, donde la mujer no es sujeto sino objeto, no es de extrañar que el adulterio, siempre sea visto como uno de los peores pecados, que van contra la voluntad de Dios y que sean las mujeres las que sean condenadas por caer en esta práctica tan aberrante en la cosmovisión judía.
Al final, sea o no histórico, o que sea un texto que no aparezca en los textos originales nadie puede dudar que dicho texto nos narra una realidad tan marcada e importante en la palestina del tiempo de Jesús. Sería anacrónico no validar su importancia para la vida cristiana y la iglesia naciente. “Nadie sabe cómo este pasaje evangélico ha venido a parar al Evangelio de Juan, porque no es suyo. Pero su intensidad es tal que, desde siempre, ha gozado de mucha consideración entre los creyentes”[10] La importancia del texto no radica en su autenticidad canónica, sino en su reconocimiento de la dignidad de la persona y la importancia del perdón.
Uno de las intuiciones fundamentales que pretende demostrar la perícopa de la adultera es que Jesús, atraía tanto a los y las pecadores/as, los atraía para hacer efectivo la misericordia de Dios, “el propósito del narrador es claro,  mostrar que Jesús trae a los hombres pecadores el perdón escatológico y gratuito de Dios”[11]. Al final surge una pregunta de fondo ¿Qué se entendía por adulterio en el pueblo Judío? Según el Éxodo 20, 14; Levítico 20, 10 y Deuteronomio 22, 22, era “adultera” la relación sexual entre un hombre, casado o no, con una mujer casada (o prometida), ya que semejante relación era ofensiva contra el derecho de propiedad que se reconocía al marido sobre la mujer. Cabe destacar los textos de Lev. 20, 10 y Dt. 22, 22; en ellos la pena o castigo para los que son encontrados en adulterio es para ambos hombre y mujer. Habrá que ver hasta donde el patriarcalismo de los judíos, hizo que ignorasen estas sentencias que la Ley, tenía claro.

3. ¿Dónde están los que te acusan? 


(Esbozo de esperanza y dignidad desde la hermenéutica feminista)
Si dejamos el argumento exegético como lo tratamos en el numeral anterior, no hay duda que se ha dicho cosas importantes. Pero si aplicamos la “hermenéutica de la sospecha”[12] y desde las gafas de la hermenéutica feminista, se relee el texto y su interpretación exegética se descubrirá en el texto muchas cosas que la simple y tradicional exegesis no han aflorado. Es obvio que la exegesis al igual que todas la aristas que componen el quehacer teológico, están marcados por el sesgo (limite) de lo patriarcal. Pues bien en este numeral que dividiré en dos partes procurará ayudarnos y ver el texto desde la óptica feminista. La primera parte será un  acercamiento al texto desde la perspectiva feminista y en la segunda parte se hará un pequeño esbozo de misericordia e igualdad, como motor de una fe cristiana.
a)     Con la óptica feminista:
1.     ¿Desde dónde se habla?
Pues es de tomar en cuenta el escenario geográfico e histórico que es la palestina (mediterráneo) del Siglo I d.c. Es en el seno de la cultura Judía, patriarcal-androcéntrica de cabo a rabo. En dicha cultura mediterránea, el honor de las mujeres era su carta de presentación y de status en dicha sociedad. “El honor se refiere a ser sensible a lo que otros piensan y hablan con respecto a su valor como mujer, es la sensibilidad de su propia reputación”[13] El deshonor era para la mujer su carta de no existencia.
El texto de la perícopa de la adultera, esta empotrado y basamentado en dicha realidad patriarcal, donde las normativas de la Ley, en torno al adulterio son tomadas al pie de la letra. Recordemos que el pecado del adulterio es el símbolo o nombre que más se le tribuye al pecado de desobediencia de Israel a Dios. Si Israel era infiel a Yahvé, era por adulterarse con otros dioses (baales) que pervertían al pueblo elegido de Dios. En este contexto nos ayudará a ver como las mujeres llevaban las de perder al ser encontradas en una práctica adultera.
2.     ¿Qué está invisible en el texto?
En la perícopa de la adultera se observan dos grandes invisibilidades; el primero y más obvio es el hombre (adultero), y el marido de la mujer, no aparecen por ningún lado. “La ausencia del marido deshonrado resulta extraño, que el marido no aparezca es posible a que puso una trampa a su mujer para descubrirla con testigos en el acto del adulterio, con el fin de divorciarla sin tener que devolverle su dote o, peor aún, hacerla ejecutar y heredar las propiedades que constituyen esa dote”[14] Estos dos hombres son invisibilisados de la lectura, aquí se nota a mi juicio un claro patriarcalismo.
Otra invisibilidad, es la ausencia de nombre para la mujer, acusada para probar un punto de la ley, usada como trampa, no tiene voz, ni identidad, es un simple “objeto en exposición”. Esto es crucial para entender la magnitud del texto en estudio. La realidad de la mujeres en la palestina del siglo I, era una realidad donde las mujeres eran tomas por objeto de posesión para el hombre.
3.     ¿Cómo están representadas las mujeres en el relato?
En este texto, en un primer momento:  la mujer (adultera) es objetivada y minusvalorada, “la mujer ha perdido su reputación y su honor, no sólo por haber sido descubierta en el acto de adulterio, sino por la forma en cómo es expuesta a los ojos de todos, puesta en medio de sus acusadores, de la gente y de Jesús. Es avergonzada en público y su deshonor es evidente para todos”[15] Pero en un segundo momento, toma lugar, voz y hasta recibe palabra de consuelo por parte de Jesús. El maestro tenía claro que aquí no estaba en juego la dignidad de la mujer (Jesús sabía que era hija de Israel e hija de Dios), este sabía que lo que estaba en juego era la forma de interpretación y de aplicación de la ley.
4.     Las relaciones.
La relación fundamental se da en dos planos, primero entre los acusadores y Jesús, segundo entre Jesús y la mujer. En el primer plano, después de la sentencia-pregunta de Jesús ¿el qué esté libre de pecado que actué? Coloca a los acusadores en plano de pecadores y de hipócritas. Estos salen de la escena, muy callados, sin voz, y con su objetivo frustrado.
En segundo plano esta Jesús con la mujer, “el maestro se dirige a ella y le hace preguntas. Ya no es más un objeto, sino un SUJETO. No sólo por la absolución final, sino por el mismo diálogo que entabla con ella, Jesús la está convirtiendo en sujeto”[16] Además de darle lugar, le da honor, en dicha cultura patriarcal, Jesús al ser varón y maestro es muy superior a ella, y la honra al dialogar con ella. También al final del encuentro entre ambos, Jesús da una segunda oportunidad a la mujer, ella ahora es responsable de su propio futuro “Vete, y en adelante no peques más” (JN 8, 11). “Ella ya no es más un objeto, llevada y traída por otros, sino un sujeto libre y responsable ante Dios”[17]
b)    Esbozo de misericordia e igualdad. ¿Dónde están los que te acusan?
Después de releer el texto o perícopa de la adultera, y de sospechar de la exegesis tradicional, y volver a ver el texto desde algunos de los pasos que propone la hermenéutica feminista, el texto cobra un valor y una orientación nueva. Cuando leemos la biblia desde la perspectiva y óptica de las mujeres, los textos cobran mayor riqueza y a mi juicio más autenticidad.
En el texto destaco una pregunta que Jesús dirige a la mujer (cuando ella ya no es objeto sino sujeto en el relato), este le pregunta “«Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?»” (JN 8, 10). Esta pregunta es a mi juicio la clave de lectura de este episodio del evangelio de Juan. La problemática de fondo es “la ley y sus aplicaciones”, los maestros de la ley, intentan  colocar a Jesús una trampa, pero este logra salir, muy sabiamente de dicha situación.
La ley en contra del adulterio es clara, según el Levítico y el Deuteronomio, los adúlteros (hombre y mujer) deberían de ser condenados de la misma manera. Aquí hay un ejemplo claro, en tiempos de Jesús la ley, que en su génesis tenían un acento justo, liberador y equitativo, es malversada y hasta prostituida por los intereses de sus lectores y aplicadores. No hay duda que la realidad androcéntrica y patriarcal de la cultura Judía, habían tergiversado dichas normativas. Recordemos el ejemplo de Jesús y el divorcio, o el de la proclamación de los años jubilares. Es notable que lo que estaba normado y escrito en la Ley o Tora, era flagrantemente ignorado y tergiversado por los detentadores del poder, de aplicación y de interpretación de la ley. Esto es lo que denuncia de entrada el texto.
Pero hay una nueva proclamación o normativa de la ley. “la dignidad de la persona y de la Misericordia de Dios”. Jesús ha pasado en su región predicando el reino de Dios, dicho reinado es ante todo buena noticia para los pobres y excluidos, donde las mujeres forman parte al ser doblemente excluidas y doblemente empobrecidas. Jesús no se puede contradecir, para él, la mujer vale igual en dignidad que un hombre, por el hecho de “ser hija de Israel- hija de Dios” su dignidad está asegurada. Pero hay en el fondo dos imágenes de Dios encontradas, la imagen del dios legalista y del Padre Misericordioso.
Jesús predica por toda su región, que Dios es un Padre Misericordioso, que no discrimina a nadie, que todo lo perdona. Es tan misericordioso que hasta los ricos (si se convierten y dejan sus riquezas) pueden entrar en su reinado. Este Padre misericordioso es la expresión viva y eficaz que ante él, todos somos iguales, valemos lo mismo y no hay ley, ni división social, racial, religiosa y de sexo que nos separe de su amor. Todas y todos valemos lo mismo. Que Jesús no condene a la mujer, es solo una muestra patente de esa fe que movía a Jesús. Al ser un hombre que se mueve a “entrañas de misericordia”, vivencia y práctica una fe liberadora. Una liberación no solo de las ataduras sociales, económicas, políticas, religiosas, sino tan bien androcéntricas, patriarcales, etc. Que demuestra que la liberación del reino en realidad es una liberación integral.
En el reino de Dios, es claro que para Jesús el patriarcalismo y el androcentrismo no tienen lugar. Jesús se dirige a la adultera con el título de “Mujer”, para él es persona, la nombra, dialoga con ella, le da voz y espacio. Hay que recordar que en otros pasajes de los evangelios, cada vez que Jesús se dirige a una mujer, este lo hace por medio del título de “Mujer” o le pronuncia su nombre propio. Esto en la cultura judía es un escándalo, pero manifiesta que en la nueva comunidad del reino, las divisiones solo serán una forma de alteridad y no exclusión.
Que esta perícopa de la adultera, aparezca tardíamente, o este históricamente fundamentada en los textos originales no importa mucho. Al final una enseñanza de esta magnitud no podría quedarse escondida y olvidada. Esta lectura es una invitación a todas las razas, pueblos y naciones a buscar siempre la igualdad de hombres y mujeres. Si pretendemos abrir espacios de inclusión y de respeto mutuo, debemos de buscar siempre defender la dignidad  y la igualdad de todo ser humano (hombre y mujer- mujer y hombre). Solo así los que nos llamamos cristianos aremos practico lo que Jesús nos demuestra en esta lectura, Dios ABBA es Misericordioso, su amor nos iguala, dignifica y coloca en la gran familia de Dios que es la humanidad.


[1] Cfr. RAE. 22 Edición. Tomo I. Madrid. 2001.
[2] Cfr. Http://www.20minutos.es/noticia/19041/0/AFGANISTAN/LAPIDACION/#xtor=AD-15&xts=467263
[3] http://www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/juan/8/#ixzz2lmkY49mQ
[4] Cfr. X. Leon- Dufour. Lectura del Evangelio de Juan 5 – 12. Vol. II. Editorial: Sígueme. Salamanca (1992) Pág. 246.
[5] Idem. Pág. 247.
[6] Idem. Pág. 247.
[7] Cfr. Cristina Conti. El misterio del texto elusive: Juan 7, 53-8,11. Camacuá 252. Argentina. PP. 1-3.
[8] Idem. Pág. 4.
[9] Cfr. X. Leon- Dufour. Lectura del Evangelio de Juan 5 – 12. Vol. II. Editorial: Sígueme. Salamanca (1992) Pág. 247.
[10] Cfr. Teodora Corral. Con ojos de Mujer. Editorial: CCS. Madrid (1998) Pág. 82.
[11] Cfr. X. Leon- Dufour. Lectura del Evangelio de Juan 5 – 12. Vol. II. Editorial: Sígueme. Salamanca (1992) Pág. 248.
[12] Como el aporte fundamental que le da la Teóloga: Elisabeth Schussler Fiorenza, al quehacer teológico mundial.
[13] Cfr. Cristina Conti. El misterio del texto elusive: Juan 7, 53-8,11. Camacuá 252. Argentina. PP. 1-3.
[13] Ídem. Pág. 7.
[14] ídem. Pág. 8.
[15] ídem. Pág. 8.
[16] ídem. Pág. 9.
[17] ídem. Pág. 10.
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lunes, 12 de mayo de 2014

Mujer (Nahúm Ulín)



(A mis "hermanas", "compañeras", a "aquellas" que tanto aman y nunca se cansan de hacerlo...)

Las historias que se tejen con sigilo, que se bordan en silencios y prudencias,
suelen ser poesías tristes, indebidas, experiencias que resarcen al morir.
Y es por ello que hoy le canto a la existencia, a la vida, al silencio de mujer,
pues no hay peor silencio que aquel que no se atreve a romper.

El tiempo ha parido contigo experiencias prohibidas que más valdría no contar.
Pues, son los hombres los que escriben la historia y a ellos hay que escuchar.
Y es por ello que le canto a tu mutismo, a tu perfecta afonía,
a tu estima por los suelos, a lo que llaman debilidad.


Mujer, llevas tatuados en tu ser: la esperanza y la alegría, el sagrado soplo de la vida;
en ti se conjuga el verbo amar. Deseo verte caminando por la ciudad, libre del sustantivo hembra y macho, construyendo juntos caminos para andar. Quiero aprender de tu corazón a amar, a perdonar y a luchar.


El tiempo ha acontecido dejando a su paso tus varias luchas llenas de gozo y de
dolor. Y no ha podido hasta hoy, tu corazón, detenerse para encontrar la libertad.
Y aunque suelan confundirse las palabras justicia y venganza, no pretendas ser libre
si no abandonas la maldad.

Tus huellas han dejado marcado un camino, senda de ternura y comprensión.
No permitas que lo tirano manche tu belleza, tu humanidad. Y aunque insistas en que eres valiosa, diferente y digna, solamente lo serás si en la historia tú te das lugar.



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