LA BIBLIA SIN MITOS
Autor: Eduardo Arens
La Biblia, ¿qué es? - Resumen de ideas importantes
Esta pregunta, a primera vista, es simple y sencilla de
responder: un “libro” famoso, importante, interesante, pues, es un texto que
habla de Dios, de su proyecto, de sus sueños y utopías con la raza humana.
Parecería una larga historia llena de símbolos, figuras y palabras complicadas
de entender, pues, responde a una cultura, forma de pensar, cosmovisión
religiosa y otras cualidades narrativas. Pareciese, cuando se lee
detenidamente, que Dios está sujeto a comportamientos humanos, siendo enmarcado
en un tiempo y espacio determinado, capaz de dinamizarse en “libertad” a modo
de cumplir sus mayores cometidos, como, haciendo del ser humano un objeto de
sus deseos. Historias, relatos, poemas, crónicas, estas son las narraciones que
aparecen, explicando esta experiencia relacional entre Dios y un pueblo, el
judío.
Siendo responsables con la vida y sus manifestaciones
cotidianas de emociones como la alegría, el enojo, la desesperación, etc.,
encontramos que la Biblia nos expone una experiencia que manifiesta la
simbiosis entre la realidad humana y la realidad del misterio, dos realidades
necesariamente deseadas y buscadas por el hombre y la mujer, no sólo del mundo
antiguo, sino, de nuestros tiempos postmodernos, más aún.
La Biblia, compuesta por decenas de voces (tradición oral) y
manos (tradición escrita), detallan, en 73 libros, una visión particular de la
realidad del misterio. Dentro de la diversidad de “autores” encontramos que no
son “personas” particulares, sino, comunidades que compartían su aprendizaje,
transmitiéndolo familiarmente a los y las demás. Ver el proceso de
estructuración de la Biblia, es mirar un largo camino con diversas huellas del
paso del tiempo, un camino no igual, diverso, así como lo es el misterio del
vivir y morir. Tomando el ejemplo de las huellas que se dejan en el camino,
estas tienen su propia historia, su propio actor, su propio tiempo, su propia
marca.
Ver el libro de la Biblia compilado,
ha sido un arduo trabajo de siglos. Como punto importante, ante este estudio
para encontrar fundamentaciones ante el evento bíblico, menciono el de la
tradición, entendida como “proceso de comunicación”. La Biblia ha sido un libro
que, para terminar siendo escrito, tuvo que transferirse de un “emisor” a un
“receptor”, conteniendo éste intento comunicativo un determinado ”mensaje”.
¿Qué quiso decir ese mensaje que ahora determina creencias, actitudes y hasta
toma de posturas personales? ¿Qué significado poseía esa postura creyente,
vista desde el mundo judío? ¿Qué nos quiere decir hoy estos textos antiguos?
Las anteriores preguntas, han hecho,
forzadamente, el tener una mirada más responsable sobre estos textos antiguos.
Actualmente, cuando se lee la Biblia, no sólo es importante lo que dice
textualmente, sino, la interpretación sobre lo escrito. Determinar un significado en el texto, es
actualizar su mensaje. En este intento de actualización de lo escrito,
intervienen las diversas traducciones que han hecho de este libro un objeto de
estudio científico. Se conoce que la primera traducción la realizaron – según
la tradición – 70 escribas judíos allá por el siglo III a.C. para la comunidad
judía de Alejandría, trasladando los textos del antiguo testamento del Hebreo
al Griego, lengua oficial de aquel entonces. A este intento se le denominó
“Septuaginta o de los Setentas”.
Luego, a finales del siglo IV, se dispuso, a través del
trabajo de Jerónimo, trasladar toda la Biblia al Latín, tomando el nombre de
“Vulgata”, consagrándose más tarde en el Concilio de Trento en 1546. También,
se determina una traducción castellana llamada “Prealfonsina”, datada en el
siglo XIII, basándose en la traducción de la Vulgata. Todos estos intentos de
traducir en lenguas diversas los textos bíblicos, han sido los que han acercado
y han hecho accesible el mensaje de Dios a la humanidad. Este ha sido un largo
proceso de comunicación que no ha podido limitarse a la lectura “simple e
irresponsable” de algunas fracciones fanáticas religiosas. Es ahí, donde la
duda, la cuestionante y la crítica por la búsqueda del mensaje e interpretación
actual, da sed al estudio bíblico.
Vinculación del texto con la vida cotidiana
Vivo, desde hace 32 años, en el país de El Salvador, una
región que todavía conserva su religiosidad e identidad católica. Observo,
especialmente los días domingos, una cantidad inmensa de personas que se
agrupan en sus respectivos lugares para religarse con el misterio: “el día
domingo es para el Señor”, se dice. Los cultos, las misas, las predicas, los
oratorios están basados en preceptos y connotaciones con fundamentación
bíblica, en otras palabras, lo que mueve a la gente a reunirse y manifestar su
creencia es lo que aparece como el dato textual bíblico.
Hablando un poco de interpretación bíblica, en la mayoría de
lugares donde se utiliza este recurso pastoral, se puede observar un
pronunciado fanatismo religioso. La Biblia se toma “al pie de la letra”, así y
nada más. Todo lo que acontece en la cotidianidad tiene explicación desde este
libro, “todo”, aclaro. Considero importante el tocar este punto, ya que, sin
los cimientos bíblicos requeridos, toda Iglesia, predica, asistencia pastoral,
retiro u otra actividad a fin, no es válida, pues, no goza de fundamento
alguno. Esto del fundamentalismo, creo yo, no tiene que ver con lo
“fundamental”, bíblica y teológicamente hablando. Pongo un breve ejemplo: es
fundamental creer, para entender al Dios de Jesús, en el evento de la
Encarnación como el proceso donde Dios toma carne para humanizarse más y,
humanizándose en Jesús, proponernos una “nueva humanidad” connotada en lenguaje
de “Salvación”.
En el caso del Cristianismo – Católico, hablar de la
encarnación es sinónimo de mencionar, con mayor relevancia, el dogma de la
“virginidad perpetua de María”. De lo primero que es fundamental y acaece en
los orígenes del Cristianismo – el evento salvífico trascendental de la
Encarnación – se pasa al ámbito fundamentalista de la creencia incuestionable
de un dogma de fe – la virginidad de María. Considero que el fundamentalismo
nubla la posibilidad de ver, en cada texto bíblico, la riqueza de la
experiencia del vivir y, como consecuencia, la experiencia del creer, pues,
antes que creyentes, somos realidad humana.
Mi experiencia, dentro de la Iglesia Católica, ha sido el ir
observando como lo fundamental pasa a un segundo plano y el fundamentalismo
toma el puesto doctrinal. Los sacerdotes, catequistas y religiosas – en su
mayoría - han hecho de las mediaciones, lo central y, con mayor razón, se “usa
la Biblia como piedra que sustenta los argumentos”. Pongo el caso de los
sacramentos y su relación con el dominio de las actitudes y opciones de vida de
los feligreses: si no estás casado por la
Iglesia, Dios no está en tu vida; no podes comulgar si no te confesas primero;
aunque ser homosexual no es malo, ellos y ellas no tienen cabida en el reino de
los cielos, etc.
Mil y un frases, consignas y lemas enarbolan el uso
indiscriminado del fundamentalismo bíblico, considerando, desde mi subjetiva
percepción, un error no sólo Teológico – Bíblico, sino, Pastoral. La gente vive
con miedo a Dios, la esperanza, la vida, y, por ello, es más sustentable
consagrarse al alienante proceso de no cuestionar todo evento humano y ser del
montón, nada más. Considero que, por todo lo anterior y muchas cosas que incomodan
a mayor gravedad, el uso de la Biblia debe ser de manera responsable y buscando
humanizar las diversas perspectivas de la vida.
He sido testigo que el estudiar este interesante texto
suscita, más que respuestas, preguntas que potencien el seguir profundizando
más y más. Nuestro problema radica en la comprensión de conceptos y esto,
obviamente, repercute sin ninguna misericordia en nuestro diario vivir.
Pensamos que la experiencia del misterio la determina una estructura, una
persona, un dogma, un libro, pero no la realidad y la vida. En estos precisos
momentos trabajo con un grupo de jóvenes y he ido comprobando que, cuando los
conceptos se reinventan, se profundizan y se viven, toma un nuevo sentido las
opciones de vida y de fe. Me da temor y cólera, a la vez, saber que la fe actualmente
es objeto de lucro, beneficio y egoísmo, cuando lo fundamental se silencia, a
cambio del fundamentalismo que he mencionado. Mis chicos y chicas me han
mostrado que Dios es agente humanizado y humanizador, dependiendo, en parte,
como se vincule la vida con la fe, desde la Biblia.