“Ensayo-comentario del texto del Evangelio de Juan 7, 53 – 8,11”
Este ensayo tiene como objetivo, aplicar en grandes rasgos los criterios o pasos que propone la hermenéutica feminista. El ensayo estará dividido en tres grandes partes, la primera, presentará la actualidad y las implicaciones que tiene la realidad del adulterio. En la segunda, un pequeño estudio exegético del texto de Jn 7, 53 -8, 11. Y en la tercera, la más importante de este ensayo, se esbozara una pequeña interpretación desde la hermenéutica feminista del texto en estudio.
1. Contexto actual de la palabra “Adulterio”.
Si observamos con ojos y mirada crítica la realidad (globalización neoliberal, postmodernista, homo economicus, aldea global, sociedad de mercado, etc.) se observa que algo no está funcionando bien, y parece que asistimos a un colapso de civilización. Pero si somos más agudos en la mirada, observaremos que a pesar de vivir en la “sociedad y civilización moderna” aún existen demasiados resabios, ideas, cosmovisiones y prácticas que obedecen a un mundo o civilización de barbaros o animales. Si observamos por ejemplo el rol, papel y la importancia que se le da a la/as mujeres en nuestra sociedad, se llegará a la terrible conclusión que aun vivimos y estamos en la precaria sociedad patriarcalista, marcada por un androcentrismo enfermizo y hasta inhumano.
Esta sociedad patriarcal en la que nos movemos, a la hora de juzgar y de emitir parámetros y normas de convivencia, está claramente pensada y acoplada para que los hombres queden y la pasen bien en detrimento de las mujeres. Si uno estudia un tema en concreto, como es el caso de este ensayo sobre la realidad del “Adulterio” uno vera que muchas veces los juicios y las valoraciones que se hacen sobre este, están marcados y atravesados para el beneficio de los hombres en claro deterioro de las mujeres.
Si buscamos por ejemplo, la definición que se da a la palabra Adulterio se dice de este que es: “ayuntamiento carnal voluntario entre persona casada y otra de distinto sexo que no sea su cónyuge”[1] si partimos de esta definición, se observa que a dicha realidad se le ve como fraude, falsificación y mentira de la realidad conyugal. Esto visto a primera vista no parece negativo. Pero muchas veces cuando la sociedad le toca emitir juicios sobre un caso de adulterio en concreto, se comprueba que dicha realidad cuando es juzgada desde culturas, sociedades y cosmovisiones patriarcales, siempre el delito y lo peor caerá sobre la mujer.
Para nadie es ajeno que en occidente, especialmente en los países latinoamericanos, se dice que: “un hombre con muchas mujeres es macho y una mujer con muchos hombres es puta” esta expresión tan burda y obscena, solamente manifiesta el androcentrismo enfermizo que adolecen nuestros pueblos. Si aplicamos dicha frase, a la realidad del adulterio, observaremos y descubriremos el centro de la problemática: cuando se descubre un caso de adulterio siempre o casi siempre son las mujeres las que se llevan la peor consecuencia. Es difícil encontrar informaciones, o noticias donde en un caso de adulterio es enjuiciado el hombre, y casi siempre son las mujeres las únicas que les cae el peso de la ley. Por ejemplo en los pueblos con religión y cultura “Islámicos”, en ellos el adulterio aun es castigado con apedreamiento hacia la mujer, el hombre es tratado con más delicadeza. “Amina fue sacada por la fuerza de la casa de sus padres por parte de autoridades locales (Distrito de Argo, capital provincial de Badajshan) y de su marido, que la apedreó hasta la muerte mientras el hombre fue azotado cien veces y luego puesto en libertad”[2] Esto que pasa en nuestra realidad de aldea global, no tiene nombre. Ante esta injusticia es urgente y necesario ver con una nueva mirada, un nuevo paradigma, en este caso la de las mujeres, la del feminismo para poder emitir un juicio de valor más objetivo sobre el tema y la realidad del adulterio.
Aquí surgen un par de preguntas: ¿Qué nos puede decir los textos bíblicos sobre esta situación (del adulterio)? ¿Qué dijo o experimento Jesús sobre este tema? Estas preguntas guiarán el siguiente apartado.
2. Estudio e interpretación exegética del texto bíblico de Juan 7, 53 – 8, 11.
Ahora,
toca ver desde la tradición cristiana, y en concreto desde la experiencia que
narra el evangelio de Juan, sobre un hecho de adulterio que fue enjuiciado por
Jesús de Nazaret. El texto dice así: “7,53. Y se volvieron cada uno a su casa. 8,1. Mas Jesús se fue al monte de los
Olivos. 2. Pero de
madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a él.
Entonces se sentó y se puso a enseñarles. 3. Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en
adulterio, la ponen en medio 4. y
le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. 5. Moisés nos mandó en la Ley
apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?» 6. Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle.
Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. 7. Pero, como ellos insistían en
preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de vosotros que esté sin pecado,
que le arroje la primera piedra.» 8. E
inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. 9. Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras
otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que
seguía en medio. 10. Incorporándose
Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?»11. Ella respondió: «Nadie,
Señor.» Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques
más.»”[3]
Este texto admirable no es Joanico, sino
más bien Lucano. “Por su estilo y por su contenido, este texto está emparentado
con los relatos sinópticos, particularmente de Lucas…Según numerosos exegetas,
el núcleo del episodio es o podría ser histórico”[4]
esta afirmación de la historicidad del texto de la adultera, se basa en la
importancia y la doctrina que giraba en torno al tema del adulterio en tiempos
de Jesús. “Ya que la pena que había que aplicar en caso de adulterio era una
cuestión controvertida en el judaísmo del siglo I y la actitud de Jesús está de
acuerdo con la presentación de los evangelios sinópticos”[5].
Aunque al ser un texto tardío, muchos dudan de su canonicidad.
Pero “a
partir del siglo IV, su canonicidad es defendida por algunos padres latinos, la
primera mención sobre él se encuentra en la Didaskalia”[6]
en este caso también Cristina Conti, comparte dicha visión con L. X Dufour.
Ella dice, “la perícopa de la adultera falta en los manuscritos más antiguos e
importantes: no se encuentra en ninguno de los papiros, ni en los códices
principales….Pero es en la Didascalia
Apostolorum donde se da la primera mención sobre el hecho de la perícopa de
la adultera”[7].
Al final el objetivo fundamental del texto (ubicado en la didascalia) busca ser
una exhortación a la clemencia con los pecadores.
Es
patente que en el fondo del texto sea histórico o añadido, existe una
problemática en torno al tema del adulterio, realidad que habría sido vivida
y juzgada en la iglesia primitiva. “El
argumento del perdón a una adúltera debía resultar incómodo en la iglesia
primitiva, con su estricta disciplina penitencial”[8] esta incomodidad que
generaba el adulterio en la praxis de la iglesia primitiva giraba en torno a la
concepción y reprobación que tenía (el adulterio) en el Judaísmo, del cual el
cristianismo es hijo. “Todos están de acuerdo en pensar que su contenido
causaba dificultades a la iglesia primitiva, ya que el adulterio, reprobado en
Israel, contaba entre los pecados que se juzgaban incompatibles con la
condición de bautizados, y que causaban la exclusión de la comunidad, si no de
la misericordia de Dios”[9]. Recordemos que en una
sociedad machista como la judía, donde lo sexual está marcado por la
negatividad, donde la mujer no es sujeto sino objeto, no es de extrañar que el
adulterio, siempre sea visto como uno de los peores pecados, que van contra la
voluntad de Dios y que sean las mujeres las que sean condenadas por caer en
esta práctica tan aberrante en la cosmovisión judía.
Al
final, sea o no histórico, o que sea un texto que no aparezca en los textos
originales nadie puede dudar que dicho texto nos narra una realidad tan marcada
e importante en la palestina del tiempo de Jesús. Sería anacrónico no validar
su importancia para la vida cristiana y la iglesia naciente. “Nadie sabe cómo
este pasaje evangélico ha venido a parar al Evangelio de Juan, porque no es
suyo. Pero su intensidad es tal que, desde siempre, ha gozado de mucha
consideración entre los creyentes”[10] La importancia del texto
no radica en su autenticidad canónica, sino en su reconocimiento de la dignidad
de la persona y la importancia del perdón.
Uno
de las intuiciones fundamentales que pretende demostrar la perícopa de la
adultera es que Jesús, atraía tanto a los y las pecadores/as, los atraía para
hacer efectivo la misericordia de Dios, “el propósito del narrador es claro, mostrar que Jesús trae a los hombres
pecadores el perdón escatológico y gratuito de Dios”[11]. Al final surge una
pregunta de fondo ¿Qué se entendía por adulterio en el pueblo Judío? Según el
Éxodo 20, 14; Levítico 20, 10 y Deuteronomio 22, 22, era “adultera” la relación
sexual entre un hombre, casado o no, con una mujer casada (o prometida), ya que
semejante relación era ofensiva contra el derecho de propiedad que se reconocía
al marido sobre la mujer. Cabe destacar los textos de Lev. 20, 10 y Dt. 22, 22;
en ellos la pena o castigo para los que son encontrados en adulterio es para
ambos hombre y mujer. Habrá que ver hasta donde el patriarcalismo de los
judíos, hizo que ignorasen estas sentencias que la Ley, tenía claro.
3. ¿Dónde están los que te acusan?
(Esbozo de esperanza y dignidad desde la hermenéutica feminista)
Si
dejamos el argumento exegético como lo tratamos en el numeral anterior, no hay
duda que se ha dicho cosas importantes. Pero si aplicamos la “hermenéutica de
la sospecha”[12]
y desde las gafas de la hermenéutica feminista, se relee el texto y su
interpretación exegética se descubrirá en el texto muchas cosas que la simple y
tradicional exegesis no han aflorado. Es obvio que la exegesis al igual que
todas la aristas que componen el quehacer teológico, están marcados por el sesgo
(limite) de lo patriarcal. Pues bien en este numeral que dividiré en dos partes
procurará ayudarnos y ver el texto desde la óptica feminista. La primera parte
será un acercamiento al texto desde la
perspectiva feminista y en la segunda parte se hará un pequeño esbozo de
misericordia e igualdad, como motor de una fe cristiana.
a) Con
la óptica feminista:
1. ¿Desde
dónde se habla?
Pues
es de tomar en cuenta el escenario geográfico e histórico que es la palestina (mediterráneo)
del Siglo I d.c. Es en el seno de la cultura Judía, patriarcal-androcéntrica de
cabo a rabo. En dicha cultura mediterránea, el honor de las mujeres era su
carta de presentación y de status en dicha sociedad. “El honor se refiere a ser
sensible a lo que otros piensan y hablan con respecto a su valor como mujer, es
la sensibilidad de su propia reputación”[13] El deshonor era para la
mujer su carta de no existencia.
El
texto de la perícopa de la adultera, esta empotrado y basamentado en dicha
realidad patriarcal, donde las normativas de la Ley, en torno al adulterio son
tomadas al pie de la letra. Recordemos que el pecado del adulterio es el
símbolo o nombre que más se le tribuye al pecado de desobediencia de Israel a
Dios. Si Israel era infiel a Yahvé, era por adulterarse con otros dioses (baales)
que pervertían al pueblo elegido de Dios. En este contexto nos ayudará a ver
como las mujeres llevaban las de perder al ser encontradas en una práctica
adultera.
2. ¿Qué
está invisible en el texto?
En
la perícopa de la adultera se observan dos grandes invisibilidades; el primero
y más obvio es el hombre (adultero), y el marido de la mujer, no aparecen por
ningún lado. “La ausencia del marido deshonrado resulta extraño, que el marido
no aparezca es posible a que puso una trampa a su mujer para descubrirla con
testigos en el acto del adulterio, con el fin de divorciarla sin tener que
devolverle su dote o, peor aún, hacerla ejecutar y heredar las propiedades que
constituyen esa dote”[14] Estos dos hombres son
invisibilisados de la lectura, aquí se nota a mi juicio un claro
patriarcalismo.
Otra
invisibilidad, es la ausencia de nombre para la mujer, acusada para probar un
punto de la ley, usada como trampa, no tiene voz, ni identidad, es un simple
“objeto en exposición”. Esto es crucial para entender la magnitud del texto en
estudio. La realidad de la mujeres en la palestina del siglo I, era una
realidad donde las mujeres eran tomas por objeto de posesión para el hombre.
3. ¿Cómo
están representadas las mujeres en el relato?
En
este texto, en un primer momento: la mujer
(adultera) es objetivada y minusvalorada, “la mujer ha perdido su reputación y
su honor, no sólo por haber sido descubierta en el acto de adulterio, sino por
la forma en cómo es expuesta a los ojos de todos, puesta en medio de sus
acusadores, de la gente y de Jesús. Es avergonzada en público y su deshonor es
evidente para todos”[15] Pero en un segundo
momento, toma lugar, voz y hasta recibe palabra de consuelo por parte de Jesús.
El maestro tenía claro que aquí no estaba en juego la dignidad de la mujer
(Jesús sabía que era hija de Israel e hija de Dios), este sabía que lo que estaba
en juego era la forma de interpretación y de aplicación de la ley.
4. Las
relaciones.
La
relación fundamental se da en dos planos, primero entre los acusadores y Jesús,
segundo entre Jesús y la mujer. En el primer plano, después de la
sentencia-pregunta de Jesús ¿el qué esté libre de pecado que actué? Coloca a
los acusadores en plano de pecadores y de hipócritas. Estos salen de la escena,
muy callados, sin voz, y con su objetivo frustrado.
En
segundo plano esta Jesús con la mujer, “el maestro se dirige a ella y le hace
preguntas. Ya no es más un objeto, sino un SUJETO. No sólo por la absolución
final, sino por el mismo diálogo que entabla con ella, Jesús la está
convirtiendo en sujeto”[16] Además de darle lugar, le
da honor, en dicha cultura patriarcal, Jesús al ser varón y maestro es muy
superior a ella, y la honra al dialogar con ella. También al final del
encuentro entre ambos, Jesús da una segunda oportunidad a la mujer, ella ahora
es responsable de su propio futuro “Vete, y en adelante
no peques más” (JN 8, 11). “Ella ya no es más un objeto, llevada y traída por
otros, sino un sujeto libre y responsable ante Dios”[17]
b) Esbozo
de misericordia e igualdad. ¿Dónde están los que te acusan?
Después
de releer el texto o perícopa de la adultera, y de sospechar de la exegesis
tradicional, y volver a ver el texto desde algunos de los pasos que propone la
hermenéutica feminista, el texto cobra un valor y una orientación nueva. Cuando
leemos la biblia desde la perspectiva y óptica de las mujeres, los textos
cobran mayor riqueza y a mi juicio más autenticidad.
En
el texto destaco una pregunta que Jesús dirige a la mujer (cuando ella ya no es
objeto sino sujeto en el relato), este le pregunta “«Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?»” (JN 8, 10). Esta
pregunta es a mi juicio la clave de lectura de este episodio del evangelio de
Juan. La problemática de fondo es “la ley y sus aplicaciones”, los maestros de
la ley, intentan colocar a Jesús una trampa,
pero este logra salir, muy sabiamente de dicha situación.
La ley en contra del adulterio es clara, según el Levítico y el
Deuteronomio, los adúlteros (hombre y mujer) deberían de ser condenados de la
misma manera. Aquí hay un ejemplo claro, en tiempos de Jesús la ley, que en su génesis
tenían un acento justo, liberador y equitativo, es malversada y hasta
prostituida por los intereses de sus lectores y aplicadores. No hay duda que la
realidad androcéntrica y patriarcal de la cultura Judía, habían tergiversado
dichas normativas. Recordemos el ejemplo de Jesús y el divorcio, o el de la
proclamación de los años jubilares. Es notable que lo que estaba normado y
escrito en la Ley o Tora, era flagrantemente ignorado y tergiversado por los
detentadores del poder, de aplicación y de interpretación de la ley. Esto es lo
que denuncia de entrada el texto.
Pero hay una nueva proclamación o normativa de la ley. “la dignidad de
la persona y de la Misericordia de Dios”. Jesús ha pasado en su región
predicando el reino de Dios, dicho reinado es ante todo buena noticia para los
pobres y excluidos, donde las mujeres forman parte al ser doblemente excluidas
y doblemente empobrecidas. Jesús no se puede contradecir, para él, la mujer
vale igual en dignidad que un hombre, por el hecho de “ser hija de Israel- hija
de Dios” su dignidad está asegurada. Pero hay en el fondo dos imágenes de Dios
encontradas, la imagen del dios legalista y del Padre Misericordioso.
Jesús predica por toda su región, que Dios es un Padre Misericordioso,
que no discrimina a nadie, que todo lo perdona. Es tan misericordioso que hasta
los ricos (si se convierten y dejan sus riquezas) pueden entrar en su reinado.
Este Padre misericordioso es la expresión viva y eficaz que ante él, todos
somos iguales, valemos lo mismo y no hay ley, ni división social, racial,
religiosa y de sexo que nos separe de su amor. Todas y todos valemos lo mismo.
Que Jesús no condene a la mujer, es solo una muestra patente de esa fe que
movía a Jesús. Al ser un hombre que se mueve a “entrañas de misericordia”, vivencia
y práctica una fe liberadora. Una liberación no solo de las ataduras sociales,
económicas, políticas, religiosas, sino tan bien androcéntricas, patriarcales,
etc. Que demuestra que la liberación del reino en realidad es una liberación
integral.
En el reino de Dios, es claro que para Jesús el patriarcalismo y el
androcentrismo no tienen lugar. Jesús se dirige a la adultera con el título de
“Mujer”, para él es persona, la nombra, dialoga con ella, le da voz y espacio.
Hay que recordar que en otros pasajes de los evangelios, cada vez que Jesús se
dirige a una mujer, este lo hace por medio del título de “Mujer” o le pronuncia
su nombre propio. Esto en la cultura judía es un escándalo, pero manifiesta que
en la nueva comunidad del reino, las divisiones solo serán una forma de
alteridad y no exclusión.
Que esta perícopa de la adultera, aparezca tardíamente, o este
históricamente fundamentada en los textos originales no importa mucho. Al final
una enseñanza de esta magnitud no podría quedarse escondida y olvidada. Esta
lectura es una invitación a todas las razas, pueblos y naciones a buscar
siempre la igualdad de hombres y mujeres. Si pretendemos abrir espacios de
inclusión y de respeto mutuo, debemos de buscar siempre defender la dignidad y la igualdad de todo ser humano (hombre y
mujer- mujer y hombre). Solo así los que nos llamamos cristianos aremos
practico lo que Jesús nos demuestra en esta lectura, Dios ABBA es
Misericordioso, su amor nos iguala, dignifica y coloca en la gran familia de
Dios que es la humanidad.
[1] Cfr. RAE. 22 Edición. Tomo I. Madrid. 2001.
[2] Cfr.
Http://www.20minutos.es/noticia/19041/0/AFGANISTAN/LAPIDACION/#xtor=AD-15&xts=467263
[3] http://www.bibliacatolica.com.br/la-biblia-de-jerusalen/juan/8/#ixzz2lmkY49mQ
[4] Cfr. X. Leon- Dufour. Lectura del Evangelio de Juan 5 – 12. Vol.
II. Editorial: Sígueme. Salamanca (1992) Pág. 246.
[5] Idem. Pág. 247.
[6] Idem. Pág. 247.
[7] Cfr. Cristina Conti. El misterio del texto elusive: Juan 7,
53-8,11. Camacuá 252. Argentina. PP. 1-3.
[8] Idem. Pág. 4.
[9] Cfr. X. Leon- Dufour. Lectura del Evangelio de Juan 5 – 12. Vol.
II. Editorial: Sígueme. Salamanca (1992) Pág. 247.
[10] Cfr. Teodora Corral. Con ojos de Mujer. Editorial: CCS. Madrid
(1998) Pág. 82.
[11] Cfr.
X. Leon- Dufour. Lectura del Evangelio de Juan 5 – 12. Vol. II. Editorial:
Sígueme. Salamanca (1992) Pág. 248.
[12] Como el aporte fundamental que le da la Teóloga: Elisabeth Schussler
Fiorenza, al quehacer teológico mundial.
[13] Cfr. Cristina Conti. El misterio del texto elusive: Juan 7,
53-8,11. Camacuá 252. Argentina. PP. 1-3.
[13] Ídem. Pág. 7.
[14] ídem. Pág. 8.
[15] ídem. Pág. 8.
[16] ídem. Pág. 9.
[17] ídem. Pág.
10.
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