Social Icons

twitter facebook google plus Youtube

lunes, 31 de agosto de 2015

¿Y si importáramos? (Mabel Rivas)

Hace algún tiempo viví una experiencia interesante: asistí a un taller organizado por el Departamento de Pastoral de la Universidad Centroamericana "José Simeón Cañas" (UCA). El taller llevaba por nombre "Resiliencia". Cuando el profesor nos invitó a este taller, en clases, dijo: "es para aprender a vivir con dolor". En efecto, según la Real Academia Española (RAE), resiliencia es la

"Capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas".

La dinámica del taller fue muy diferente a lo que yo creí que sería, pues, pensé que llegaríamos a sentarnos y nos darían pura teoría sobre la resiliencia; todo lo contrario, a lo largo del taller hicimos práctica de este raro término en nuestras vidas. Floreció en este momento un factor común en cada joven participante: la necesidad de espacios para compartir sus experiencias, ser escuchados, espacios en los cuales reine la apertura y aceptación, en los que no tengamos miedo de mostrarnos indefensos, de mostrarnos contrarios a lo que la sociedad pide: mostrarnos humanos.

¿Y si nos escucharan? ¿Y si mostraran un poco de interés? ¿Quiénes? Pues, todos. La vida de un joven está subestimada. En realidad, no sólo los adultos atraviesan momentos difíciles. Todos estos jóvenes tenían una historia que contar, una historia impactante y dolorosa. Estos jóvenes pedían a gritos, internamente, sanar las heridas que, a su corta edad, la vida ya les había dado. Y sin necesidad de tener una experiencia negativa, dolorosa, un joven grita por atención, interés, ánimo, compañía, respuestas, oportunidades.

¿Qué pasaría si esas “pequeñeces” importaran? ¿Seguiríamos en una sociedad tan enferma? Si existieran más espacios, como este que he expusto -por mencionar una de las tantas exigencias que un joven presenta-, si de verdad importáramos, si los seres humanos fuéramos el centro de la sociedad –no un partido político, no el dinero, no las armas, no el poder- y nuestras necesidades fueran atendidas y no ignoradas, sé que los jóvenes no buscaríamos soluciones en los brazos de las drogas, la violencia, la computadora, el celular, la arrogancia, el egoísmo…

¿Qué nos queda? Exigir y crear. ¿No nos atienden? Atendámonos, no nos quedemos de brazos cruzados, preocupémonos por nosotros, “rebúsquemonos” por nosotros, seamos prójimos con nosotros mismos, porque lo necesitamos para aprender a ser prójimo con el otro. No nos alienemos a la cultura de la indiferencia, del “no ver, no hablar, no escuchar”: que no nos lleve la corriente del desamor. Seamos resilientes.

No hay comentarios. :

Publicar un comentario

 

Reproductor de Música

Canto en Libertad

Curso de Dinámicas para Líderes

Seguidores