El presente artículo
pretende hacer un diálogo con la Cristología de Juan Luis Segundo y su
propuesta exegética, sobre el mensaje de Juan el Bautista y Jesús de Nazaret. Este
artículo estará fundamentado en el capitulo # 1 titulado: “El profeta del Reino
y su clave Política”[1].
Idea fundamental: La propuesta
o mensaje de Jesús de Nazaret es una propuesta de Buena Noticia, de alegría, de
vida, de justicia y de liberación para los pobres de Palestina del siglo I.
Esta Buena Noticia es contrastada con
la idea de Juan el Bautista y su mensaje de la
Ira inminente, dos propuestas que nos muestran a un Dios Misericordioso
y un dios castigador.
Dividiré el artículo en
tres partes: la primera, será una aclaración de conceptos e imágenes de Dios en
la propuesta de Juan el Bautista y en la de Jesús de Nazaret; en la segunda, me
adentraré en describir el tipo de esperanza que genera el mensaje de Jesús de
Nazaret y su clave política; en la tercera,
la parcialidad y radicalidad en la Misericordia de Dios, un Dios
misericordioso con las víctimas.
1. 1. Ya no es su
ira, sino su Misericordia.
No se puede entender la
propuesta y mensaje de Jesús de Nazaret, si no se toma en cuenta lo común y diferente
que tiene este con Juan el Bautista. Los dos hablan de la inminencia de Dios,
pero, para explicar las dos propuestas sobre el reino inminente, hay que hacer
una debida y sencilla aclaración de conceptos. Iniciaré con Juan el Bautista y
proseguiré con Jesús de Nazaret.
a) a) La ira
inminente de Dios en Juan el Bautista.
Seguiré a Juan Luis Segundo y su esquema
representativo de la oferta de Juan Bautista. Para Segundo, hay que tomar en
cuenta tres aspectos para comprender el mensaje del Bautista, estos son: el
anuncio, la propuesta y el estilo de vida.
El anuncio: La inminente
llegada del Juicio de Dios, llegada para enjuiciar a Israel y los que se han apartado de Dios. La propuesta:
Se trata de repartir lo que se tiene, de cobrar con exactitud, a no extorsionar,
etc. “En otras palabras, el poco tiempo que resta,…obliga a ordenar la conducta
reduciéndola a lo esencial y a lo más propio de la situación de cada uno”[2]. El estilo
de vida: Juan tenía una coherencia de vida, vivía según hablaba. Juan el
Bautista vestía y comía como alguien que vive en la soledad desamparada, donde
el hombre tiene que recurrir a lo esencial para sobrevivir. “En otras palabras,
decía con su estilo de vida lo que anunciaba y proponía con sus palabras”[3] De esta
manera sintetiza Juan Luis Segundo la propuesta de Juan Bautista.
b) b) La buena
noticia de Jesús de Nazaret.
Jesús, como Juan, predica
el inminente fin, la parusía de Dios. Ambos son escatológicos, pero la
diferencia se da en que, para Jesús, la llegada del “reinado de Dios es buena
noticia”[4]. En Jesús, “el
anuncio” toma un sentido de buena noticia, es positivo que Dios reine, ya
que para Jesús es motivo de alegría, el hecho de que Dios reine. Implica un
reordenamiento y trasformación de la realidad y de la vida de las personas.
Pero, el reinado de Dios en el mensaje
de Jesús es parcial para con el pobre. Según las bienaventuranzas, la buena noticia
es para los pobres. Para Juan Luis Segundo esta opción no es “por ninguna virtud o mérito, es una “PRIORIDAD
POLÍTICA”[5], ya que,
Dios, al ver la condición inhumana hace que el sacarlos de la pobreza, sea una prioridad
del gobierno de Dios. Pero, al ser una opción política, significa que se
excluirá a alguien del gobierno de Dios: los ricos se verán amenazados si Dios
Gobierna. “La propuesta” para Jesús, el reino se debe de buscar y su
consecuente justicia. El Reinado de Dios viene a imponer un estado de derecho y
de justicia, donde los pobres tendrán su lugar. La propuesta de Jesús implica
una verdadera Metanoia: cambiar de vida, llevar una vida en alegría y fiesta,
ya que el Dios que viene es buena noticia. “El estilo de Vida” Jesús
vivía lo que predicaba al igual que Juan el bautista, pero no llevaba una vida
ascética, sino de fiesta, de compartir, de celebrar. Si la llegada de Dios es
buena noticia, significa que hay que celebrar y esperar su llegada. Pero
implica también una opción de vida clara en la defensa de la vida y dignidad de
los pobres. Podemos resumir el mensaje
de Jesús en esta frase: “El reinado de Dios es buena noticia para los pobres, y
el Dios que viene es un Dios MISERICORDIOSO, que viene en defensa de los suyos”.
2. 2. Una Esperanza
que incomoda.
Luego de aclarar las dos
propuestas, tanto de Juan el Bautista y de Jesús de Nazaret, puedo decir una
palabra sobre la propuesta de Jesús y la sintetizo en la frase: “Esperanza que
incomoda”. La propuesta de Jesús es esperanza para los pobres porque: genera
vida, confirma su dignidad y lucha por su lugar en la sociedad. La propuesta de
Jesús al ser de carácter político-religioso, procura tener una alternativa más
integral y más real que las propuestas de sus detractores. “Que Dios reine”, no
sólo es buena noticia sino también una necesidad. Y es por eso que Jesús se
moviliza en hacer de los pobres y excluidos participes del cambio que se
avecina. ¿Cuánta alegría y esperanza habrá despertado aquel mensaje en los
pobres de Palestina?, saber que Dios viene y viene en su defensa.
Esa esperanza no es en
ningún momento pasiva, ya que el llamado de Jesús a “dejarlo todo por el reino…
no tendría sentido si ese reino fuese completamente indiferente a lo que el
hombre hace por él, por su llegada”[6] El reino no
solo es iniciativa y trabajo de Dios, sino también tarea y compromiso de los
hombres y mujeres encarnados en la historia. Dicha tarea y compromiso implica
en el ser humano una renuncia a ese estilo de vida generador de muerte, de
exclusión y de opresión.
Pero ¿por qué es incomodo
un Dios así? Pues, es obvio que el hecho de la parcialidad de Dios por los
pobres y su consecuente exclusión de los ricos, conlleva a una pugna y lucha.
“No penséis que he venido a traer paz a la tierra, sino la espada” (Mt 10,
34-36) decía Jesús. La llegada del reino, predicado por Jesús, significaba una
amenaza para los ricos de su tiempo.
Para Juan Luis segundo “la opción por los pobres o la oposición al Reino
harán discordes y enemigos a amigos y parientes, a justos y pecadores,
indistintamente”[7]. La Buena
Noticia del Reino es esperanza para los
pobres, es incomodidad y mala noticia para los ricos. El tiempo se cumplió y
Jesús hizo todo lo humanamente posible por estar listos al Dios y Reinado que
llegaba.
3. 3. Misericordia
para las víctimas. (Intento de aplicación de la propuesta cristológica de Juan
Luis Segundo)
“Esa esperanza que
incomoda, debe de pasar por el filtro de las víctima. Si la esperanza no se
resume en justicia y amor reivindicativo estaremos haciendo falacia y buleria”.
Con esta frase quiero
resumir la idea fundamental de este último punto en mi artículo-comentario
sobre la cristología de Juan Luis Segundo y su aplicación en nuestra
actualidad.
Para darme a entender con el tema de misericordia,
debemos de tener en cuenta dos palabras que la fundamentan: la justicia y el
amor reivindicativo.
·
La Justicia: no puede haber misericordia, si no hay justicia. La
propuesta de Jesús y el Reinado que defendía tenían un “caris político”
que puedo resumir en: Justicia para los pobres. Se trata de devolver lo
expoliado, lo robado, lo usurpado, lo “legalmente cobrado”, se trata de “hacer
nuevas las cosas viejas”. Justicia, en el leguaje de Jesús, es la total
reivindicación y dignificación de los pobres. Si la justicia no es vivida y
practicada, el reino no es viable.
·
Amor Reivindicativo: No se puede amar lo que no se conoce, lo que no
se experimenta, lo que no se acepta. Jesús de Nazaret, al ser un pobre más en
la Palestina del siglo I (aunque Juan Luis Segundo piense que Jesús no era
pobre), supo vivir y palpar la realidad inhumana que vivían sus familiares y
sus compatriotas, Jesús tuvo un contacto real con la marginación y explotación
de su pueblo. Jesús defendió a los pobres por que era uno de ellos. Ese amor de
Jesús no solo es sentimiento, sino que es “PASIÓN-MISERICORDIA”. “Se le
conmueven las entrañas” (MC 8, 2) al
ver el sufrimiento de su pueblo. Y dicho amor lo lleva un compromiso
real en la defensa de los de su clase, el amor de Jesús por los pobres lo lleva
al “enfrentamiento” con los opresores. Su amor busca la reivindicación de los
suyos, devolviendo la dignidad, el valor de su vida.
Justicia y Amor
reivindicativo, son dos condiciones fundamentales para que la Misericordia sea
realidad. No se puede pensar un proyecto, ya sea político, religioso,
económico, social, etc., que pretenda liberar a los pobres, sino esta
fundamentado en estas dos palabras.
La misericordia
reivindicativa tiene, en Jesús de Nazaret y su propuesta del Reinado de Dios,
la teoría y praxis unificada.
Pero, para que cualquier
propuesta de cambio que se nos plantee en cualquiera de las esferas
configuradoras de la vida y realidad humana (economía, política, cultura,
religión, etc.) sea en realidad una propuesta de cambio, debe de llevar esa
MISERICORDIA REIVINDICATIVA, para los pobres y víctimas. No podemos pensar el
futuro si las víctimas no tienen lugar y sentido en ese mañana. Ese es uno de
los problemas fundamentales de nuestros días: hacer historia sin las víctimas.
¿Qué clase de
sociedad se crea al ignorar a las
víctimas? Pienso que, la clave cristológica que Juan Luis Segundo nos plantea,
nos ayuda a repensar y criticar a toda propuesta que busque crear futuro y
sociedad. Me tomo la libertad de tomar una cita larga, pero, que sustenta lo
que deseo decir: “Jesús no sólo anuncia que la fuerza de Dios va a introducir
en Israel un nuevo gobierno y a crear en él una nueva sociedad. Jesús prepara
ese gobierno. No precisamente organizando medios para hacerse con el poder, sino
trasformando las conciencias – especialmente las de los pobres- para ponerse de
acuerdo con esos cambios inevitables. Y esto es política, esto es, una
ideología política, porque constituye un sistema de eficacia puesto al servicio
de un plan para reestructurar de nuevo la sociedad de Israel de acuerdo con la
escala de valores que Jesús atribuye al corazón de Dios”[8]
[1] Capitulo que forma parte del
libro: La historia perdida y recuperada de Jesús de Nazaret, Juan Luis Segundo,
Sal Terrae. 1990.
[2] Idem.
Pág. 151
[3] Idem.
Pág. 152.
[4] Idem.
PP. 153 – 157.
[5] Idem.
Pág. 158.
[6] Idem.
Pág. 167.
[7] Idem.
Pág. 170.
[8] Idem. Pág. 185.
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